2 Corintios 10:5 Mostrar el Capítulo y las notas   5 Echando fuera todas nuestras propias decisiones, y toda barrera que se levanta contra la sabiduría de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo,1 [no su voluntad, sino la voluntad de Dios, como el Espíritu le ordena, la palabra de Dios en su corazón. De la Palabra del Señor en el interior: "Hacer decisiones es vivir en tu mente carnal. En el mejor de los casos, sus pensamientos son como un vano silbido. Todos los pensamientos deben ser rechazados. Hay una bendición en hacer cesar la mente de manera permanente. Crece en la mente de Cristo, de la cual proceden todas las cosas buenas."] |
1 llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. De modo que tenemos la mente de Cristo (el Mesías) y tenemos los pensamientos (sentimientos y propósitos) de su corazón, 1 Cor 2:16. Usted debe, con respecto a su antigua manera de vivir, despojarse del viejo hombre que está viciado por los deseos engañosos; pero renovarse en el espíritu de su mente, y vestirse del nuevo hombre que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad. Efe 4:22-24. Esto no significa que continuamos pensando con un nuevo grupo de reglas que aprendemos de la Biblia. No; la mente carnal, que es enemistad contra Dios, debe ser destruída para que ya no pensemos por nosotros mismos. En cambio, como una nueva criatura, confiamos en la inspiración que recibimos de Dios, así como Cristo lo hizo cuando él caminó sobre la tierra; como él dijo:
De modo que aún Cristo no hizo sus propias decisiones. Note que Jesús dijo que él sólo hacía la voluntad del Padre, no la suya. En Mat. 7:21, Jesús dijo: No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino [sólo] el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. De modo que aquí Jesús nos dice lo que necesitamos para ir al cielo — hacer nada por nosotros mismos — sólo decir lo que oímos que el Padre nos indica que digamos — sólo hacer lo que el Padre nos muestra que hagamos — sólo juzgar como el Padre nos dice que juzguemos. De modo que no debemos pensar por nosotros mismos — se nos dice que sigamos la inspiración del Padre. Debemos permitir que nuestra mente carnal sea destruída al punto que hablemos y actuemos de acuero a la inspiración del Espíritu de Dios; este es el fin de la obediencia — pensar, hablar, y actuar de acuerdo a la inspiración de Dios. La mente es destruída por el Espíritu, a medida que él hace morir el pecado en sus cuerpos; y finalmente cuando el Dios de Paz venga a aplastar la cabeza de Satanás bajo sus pies. Rom 16:20. Su mente es renovada en la mente de Cristo.
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