4 Pero ahora que ha venido la fe, 3:25, reservados para la fe que había de ser revelada, 3:23. Pablo habla de que la fe es revelada; por lo tanto la fe ocurre cuando Jesús, el autor y consumador de la fe, Heb 12:2, se lo revela al hombre, Gál 3:23, y esta fe entonces nos libera de la ley como nuestro tutor. Gál 3:24. Además, en Gál 5:18, él dice: si (y cuando) ustedes son guiados (inspirados, ordenados, mandados) por el Espíritu, no están bajo la ley. De modo que él ha definido la fe como ser obediente a la guía del Espíritu. Pablo además nos dice cuándo ha venido la fe: es recibida como un fruto del Espíritu al crucificar la naturaleza pecaminosa:
Usted recibe el fruto del Espíritu con un nuevo nivel de fe después que usted ha sido crucificado en la cruz interna de la negación propia. De la Palabra del Seńor en el interior: "No hay leyes cuando se está bajo el control completo del espíritu; uno camina en amor en obediencia de la manera que el Seńor se lo ordena — uno no camina en la carne restringida. A menos que tú puedas ser testigo de haber recibido la fe de Cristo, estás bajo la ley." La fe que nos libera de la ley viene al recibir el fruto del Espíritu, en contra del cual no hay ley. Gál 5:22-23.
Hasta este momento, a medida que usted oye al Espíritu de Gracia en el interior convenciéndolo de pecado y enseńándole acerca de cómo vivir una vida justa, usted está en el Ministerio de Condenación, y todavía no ha recibido el ministerio de la justicia, todavía está sujeto a la Ley del Pecado y la Muerte, todavía está caminando según la carne y la mente carnal, todavía no ha recibido la Ley del Espíritu de la Vida en Cristo Jesús; todavía no está en Cristo; todavía no ha muerto a la ley a través de la ley; y todavía no camina de acuerdo a las órdenes del Espíritu en sus pensamientos, palabras, y acciones.
Esta es aclaración importante de la definición de la fe, y como nos dice Pablo además que él predica la palabra de fe que está en nuestros corazones y nuestras bocas, y la fe viene por el oír la palabra; y Jesús dice: bienaventurados son los que oyen la palabra de Dios y la "guardan," de modo que "guardar" (practicar, obedecer), resulta en el amor de Dios perfeccionado en el hombre: Pero quien obedece sus palabras habladas, en éste verdaderamente el amor de Dios ha sido perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él. 1 Juan 2:5. De modo que la fe es oír la palabra en el interior, y creer que es el Hijo de Dios quien está hablando con usted, y después guardarla [obedecerla, practicarla], repetidamente — lo cual otorga la bendición del amor perfeccionado de Dios dentro de usted, y usted está en Cristo y en Dios. El cristianismo quiere que usted crea que el oír a alguien hablar las palabras de la Biblia es oír la palabra de Dios, y si usted las cree, usted es un "creyente." Pero esto sólo resulta en una creencia en un libro y fe en las palabras de un libro. Sin embargo Pablo nos ha dicho que la fe viene por el oír la palabra, quien es Jesús, y esta palabra está en nuestro corazón; de modo que para tener una fe real, usted debe oírla en el interior y creer que la persona que usted está oyendo es el Hijo de Dios; y creer lo suficiente como para obedecer completamente. Porque Jesús llegó a ser el autor y la fuente de la eterna salvación para todos aquellos que le obedecen. Heb 5:9.
Su fe debe estar fundada en su experiencia del poder de Dios, no en las palabras que los hombres hablan ni en lecturas. El poder de Dios es prometido para librarlo [separarlo] de sus pecados, lo cual es salvación. Usted es salvo por fe, y por fe su corazón es purificado; pero obviamente al comienzo de la fe usted no está purificado, ni es salvo. Antes de la purificación y la salvación, su fe debe ser probada en varias pruebas, en las cuales usted debe sufrir gravemente para ser purificado del pecado. Usted debe contender por la fe, crecer en la fe, edificar su fe, aumentar en fe, perfeccionar lo que falte en su fe, pelear la buena batalla de la fe, hasta llegar a la victoria, cuando su fe sea consumada por el consumador; la fe es un proceso y una caminata, cuyo fin es ver a Cristo trayéndole la salvación, para darle la vida eterna.
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