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Marcos 9:47-49

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 47 Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo. Mejor te es entrar con un solo ojo al reino de Dios que, teniendo dos ojos, ser echado al infierno,3 [En Mateo 5:28-29 Jesús nos dice que aún mirar a una mujer con deseo es pecado suficiente para llevarnos al infierno. Si queremos escapar el infierno, mientras estamos en la tierra debemos ser liberados aún del deseo de nuestros pecados. Los corazones de todos los hombres son contaminados y debemos ser purificados por Jesús para entrar en el reino de Dios mientras estamos en la tierra.]

 48 donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.

 49 Todos serán salados con fuego,4 y todo sacrificio será salado con sal. [Porque por el fuego será revelada; y el fuego probará la obra de cada hombre, para ver de qué clase es. 1 Cor 3:13]

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4 Todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Todos deben ser purificados antes de que puedan entrar en el cielo. Esto es realizado por el fuego que nunca se apaga del bautismo del Espíritu Santo, mientras todavía estamos en la tierra; o en el lago de fuego, (el infierno), en la próxima vida.

La muerte par el fuego del espíritu impío en cada uno es necesaria para que todos puedan vivir juntos en paz, amor, bondad y mansedumbre; todos deben ser limpiados del mal en sus corazones. Esto ocurre en la tierra para los pocos que son voluntariamente crucificados en la cruz interna con gran recompensa. Para la gran mayoría de la humanidad, esta limpieza ocurre involuntariamente en la próxima vida. Todos los hombres aprenden a odiar el mal, ser atraídos a la bondad, y a amar la bondad, que es Dios. Todos los hombres están entonces sujetos a la dirección de Dios, siendo que Jesús es el verdadero Señor de todos los hombres. Nuestra vida en la tierra es una "escuela del mal" donde aprendemos voluntariamente a odiar el mal en esta vida; o en la próxima vida experimentaremos las heridas y los daños que hemos causado por nuestras acciones y palabras impías, sintiendo repulsión por nuestro pasado y llegando a estar completamente comprometidos a nunca repetir esos errores.

Antes de la refrigeración, la carne se salaba para curarla, lo cual eliminaba las bacterias no deseadas. El proceso de salar con fuego a todos los hombres ocurre en el Día del Señor, el cual también es la Segunda Venida.

Los mensajes previos de la Palabra del Señor en el interior que se relacionan con este son:

Los pecadores no pueden vivir en el cielo con Dios, o el cielo se tranformaría en el infierno. Todos tenemos que ser purificados para vivir en la presencia de Dios y vivir en perfecta harmonía y amor con nuestros hermanos. Una creencia común es que todos los cristianos carnales que todavía están pecando serán purificados instantáneamente en el último minuto de sus vidas, para después vivir en el cielo. Esto es incorrecto porque Dios nunca nos quitará nuestro libre albedrío; y si él nos purifica sin que nosotros hayamos aprendido a odiar y aborrecer nuestros hábitos y adicciones egoístas, una vez que seamos purificados instantáneamente, volveríamos a los mismos patrones de comportamiento egoísta que causaron que adoptáramos el pecado. De modo que en esta vida o en la próxima, tenemos que: 1) descubrir la amargura de la pasión y los placeres que desea nuestro corazón, y 2) con el tiempo sufrir las consecuencias de nuestras pasiones y placeres, mientras anhelamos que sean quitados por la búsqueda desesperada de la gracia de Dios para ser cambiados. En el infierno, nuestras pasiones son irrestringidas, de la misma manera en que estamos irrestringidos a nuestros deseos y la violencia en nuestros sueños. Porque nuestras pasiones son los peores tiranos. Cuando estamos en un lugar donde estamos completamente entregados a ellos, atormentarán el corazón, y, como un torrente, barrerán con todo lo que esté en frente de ellos, y sin embargo nunca serán satisfechos. Debemos descubrir que la verdadera libertad sólo se encuentra en él, cuya verdad nos liberará, y quien nos llevará a entender sólo en las acciones nobles (sirviéndole a él) somos realmente libres. De esta manera, cuando los defectos de nuestro corazón son quitados, uno a la vez, estamos seguros de que no volveremos al pecado con nuestro libre albedrío. El amor nunca se impone a sí mismo, sino que nos ayuda a ver el error de los caminos equivocados, para que podamos escoger el camino correcto; y entonces nos recompensa con la gracia del cambio, que finalmente resulta en la pureza.

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