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Romanos 2:1

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 1 Uno pudiera pensar que este capítulo por sí mismo podría infundir suficiente duda como para silenciar a aquellos que andan diciendo que no hay pecado y que no hay ley para los que creen en Jesús. Este capítulo señala claramente que el hombre debe arrepentirse; que si él comete algún acto impío, o desobedece la verdad, o desobedece la justicia, ese hombre debe sufrir aflicción, angustia, la ira de Dios, y la indignación de Dios; y que todos los hombres son juzgados por sus obras; y que Dios no muestra parcialidad hacia ningún hombre. Esto describe al Dios verdadero, justo y santo de juicios justos e imparciales — no el Dios del cristianismo que supuestamente muestra parcialidad, excusando a los pecadores privilegiados que creen en Jesús, mientras condena a todos los otros. De la Palabra del Señor en el interior: "¿Estás de acuerdo con cualquiera que en su arrogancia haya declarado que Dios excusa el mal en los creyentes? No es justo, pero a ellos no les importa. Por su despliegue evidente de pecado, los cristianos causan que mi nombre sea blasfemado entre la gente. Este pueblo ya no me representa; ellos han causado gran indignación."

Los capítulos y versículos siguientes de Romanos que la cristiandad usa para su supuesto cristianismo, no están en conflicto con los versículos en este capítulo; pero la interpretación del cristianismo de estos versículos está completamente en conflicto con este capítulo. Todas las escrituras son compatibles, y si usted tiene que ignorar algunos versículos para creer en otros versículos selectos, entonces su creencia es errónea. Pero si el cristianismo admitiera que no pueden resolver todos los conflictos entre los versículos de la Biblia, entonces ellos estarían admitiendo que son guías ciegos, que llevan a sus miles de millones de seguidores hacia el hoyo. Estos versículos malinterpretados de Romanos son explicados, (vea el comentario y notas de cada versículo que es cuestionado), acerca de cómo son compatibles con este versículo. Pero primero lea este capítulo cuidadosamente; es la simple postura de Pablo, que define el pecado y sus consecuencias para todos los hombres, antes de discutir algunos temas complejos de la salvación, el pecado, la fe, y la ley. Pablo estaba escribriéndole a cristianos muy maduros que ya habían sido liberados del pecado, cuyos corazones habían sido circuncidados, y que estaban esperando la unión final con Cristo, para que ellos fueran para siempre perfeccionados y santificados, protegidos de caer otra vez en el pecado.

Cristianos que leen el capítulo siguiente, oigan, hagan caso, abran su corazón a la verdad; no sean como aquellos que describe Ezequiel: He aquí que para ellos tú eres como una hermosa canción de alguien que tiene una voz agradable y que toca bien su instrumento, porque ellos oyen tus palabras, pero no las ponen por obra [obedecen]. Eze 33:32

1 Por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo.1

Para ver el(los) versículo(s) mostrado(s) paralelamente en Nueva Intl, Reina Valera, y La Biblia de las Américas, haga click aquí.
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1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. Esto no significa que usted no puede distinguir entre el buen comportamiento y el malo; esto no significa que usted no puede distinguir entre las doctrinas erróneas y las correctas. Esto significa que usted no debe criticar a otras personas porque su crítica es un juicio sobre esa otra persona. Esto no significa que usted no puede escribir o hablar acerca de algo que en general está equivocado, que es una mentira, un error, o un pecado; sólo significa que usted no debe criticar a otras persona. Cuando usted tiene una medida suficiente del Espíritu de Dios dentro de usted, usted puede ser inspirado con palabras de Dios para juzgar a alguien en particular; pero no sería usted el que está juzgando, sería Dios. Así como Jesús mismo no juzgó:

La razón por la cual usted no puede criticar a otros es porque cada hombre tiene un montón de problemas, y sólo el Señor sabe qué problemas tratar y en qué orden. Usted puede ver algún problema obvio, pero no puede ver los muchos otros que no son aparentes; y es posible que haya otros problemas que tengan que ser atendidos y de los cuales haya que arrepentirse primero, antes de que se pueda lidiar con los problemas que se pueden ver. Sólo el Señor sabe en qué orden deben ser atendidos los problemas en cada hombre, y sólo el Señor puede darle a la persona la fortaleza para llegar a ser diferentes. De modo que a menos que usted sea inspirado por el Espíritu de Dios en cuanto a exactamente qué decir y cuándo, y a menos que el Espíritu de Dios esté a su lado para impartirle fortaleza a esa persona, cualquier crítica es totalmente inefectiva. Cuando usted critica a otros, usted sólo está endureciendo sus corazones para que no oigan los verdaderos juicios de Dios, y por lo tanto usted es condenado en proporción a los problemas que usted cause. De la Palabra del Señor en el interior: "Nunca hables con críticas acerca de ningún individuo u organización, no importa cuánto merezcan ser criticados."

Cuando juzgas a los demás, juzgas la ley; cuando juzgas la ley, te has juzgado a ti mismo como el juez; cuando te conviertes en juez, has robado el papel y el derecho de Dios. Así es como te juzgaste a ti mismo. Si mueres sin haber entrado en el reino mientras estás en la tierra, en la siguiente vida cada juicio que hiciste al criticar a alguien o al causar daño a alguien se repite contigo sintiendo el dolor emocional y/o físico que hiciste que alguien sintiera; su juicio de todos es completamente sentido por usted en cada detalle. Por lo tanto, te juzgaste a ti mismo.

En especial usted no debe juzgar a alguien que esté fuera de la iglesia; de acuerdo con Pablo: Tú, ¿quién eres que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie o cae; pero será afirmado, porque poderoso es el Señor para afirmarle. Rom 14:4. Pero con respecto a aquellos que están dentro de la iglesia, usted debe ser cuidadoso en no asociarse con aquellos que exhiben impiedad continuamente: Pero ahora os escribo que no os asociéis con ninguno que, llamándose hermano [cristianos], sea fornicario, avaro, idólatra [cuya alma está dedicada a cualquier cosa que usurpa el lugar de Dios], calumniador, borracho o estafador. 1 Cor 5:11. Y el Señor nos dice cómo tratar con alguien dentro de la iglesia que esté pecando: ellos deben ser advertidos por una persona, después advertidos por dos o tres, después censurados por todo el cuerpo de creyentes — y si no se arrepienten de su error, deben ser expulsados y evitados, Mat 18:15-17.

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