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Romanos 7:17

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 17 De manera que ya no era yo el que lo hacía, sino el pecado que permanecía en mí.6

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6 De manera que ya no era yo el que pecaba, sino el pecado que permanecía en mí. Este versículo ha sido mal traducido en todas las Biblias de la siguiente manera: "De manera que ya no soy yo quien peco, sino el pecado que permanece en mí," lo cual deja a Pablo como un miserable pecador, condenado a ser un pecador por el resto de su vida. El tiempo del verbo en el griego original es el "presente histórico", usado para describir un evento pasado en el presente de modo de dramatizar el evento para el lector como si él estuviera allí en realidad. El "presente histórico" puede ser traducido como tiempo presente o pasado. Cuando es traducido al tiempo presente, debería haber una nota explicando que las condiciones descritas por Pablo habían ocurrido en el pasado; en vez, los traductores se tomaron la licencia de hacer parecer que Pablo aun estaba pecando y que él era como ellos mismos, excusando así los pecados perpetuos de los mismos traductores por el resto de sus vidas.

Mucho cristianos usan esta traducción terriblemente errónea como su excusa para quedarse en el pecado. Pero Pablo está hablando acerca del comienzo. Después él dice: "¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Doy gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor;" y así él fue liberado del pecado. Pablo pasó por ambos de estos estados, así como todos deben pasar por estas etapas antes de llegar a la libertad de los hijos de Dios para disfrutar de la libertad cristiana. El estado final de Pablo era: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y él fe trasladado hacia el reino de Cristo. En los dos versículos siguientes, (versículos 1 y 2 del capítulo 8), Pablo declara: "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte." Rom 8:1-2. Pablo era libre del pecado, y ya no caminaba en la carne restringida; él estaba caminando en el Espíritu: en obediencia a las indicaciones dadas por Dios con sus palabras para hablar y sus acciones para realizar.

Jorge Fox escribió extensamente acerca de este tema en particular:

"Y nuevamente los mensajeros y ministros de Satanás dicen, Pablo clamó y dijo: ‘¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?’ Él estaba en guerra, y por lo tanto las personas deben estar en una guerra, y cargar un cuerpo de muerte, y un cuerpo de pecado mientras vivan, hasta la tumba, y allí no se vence ni se obtiene victoria. Pero en esto, los mensajeros y ministros de Satanás hacen daño a las palabras del apóstol, y no las toman todas; porque aunque él clamó, quién me librará de este cuerpo de muerte; sin embargo él le dio gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor, y dijo: ‘ la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.’ Tomen nota, él dijo que Cristo Jesús lo había liberado, como en Rom 7:24-25, 8:1-2. Y dijo que no había ‘condenación para aquellos que están en Cristo Jesús, que no caminan según la carne, sino según el espíritu.’ Y nuevamente, él dijo: ‘gracias a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.’ 1 Cor 15:57. Y nuevamente él dijo: ‘Aquellos que están en Cristo son una nueva criatura.’ Y nuevamente, el apóstol dijo: ‘He peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he guardado la fe.’ 2 Tim 4:7.

Entonces el apóstol, si él había peleado la buena batalla, ahora ya no estaba peleando; y al haber guardado la fe, él tuvo la victoria; porque la fe es la victoria. Y Juan dijo: ‘y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.’ 1 Juan 5:4. Y Cristo Jesús es el autor y consumador de nuestra fe. Heb 12:2. Entonces aquí ustedes pueden ver que el apóstol había peleado y guardado la fe de Cristo, la cual es la victoria. Por lo tanto él no siempre estaba peleando y haciendo guerra como los mensajeros de Satanás hubieran querido, quien es un mentiroso desde el principio. Porque el apóstol dijo: ‘Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.’ Gál 2:20."

Cuando Jesús es su verdadero Señor y Maestro, realmente guiando sus pensamientos, palabras, y acciones, entonces el pecado es imposible; cuando usted de verdad ha nacido otra vez, no puede pecar y está protegido de pecar otra vez. Si todavía está pecando, usted es esclavo del pecado, y aquel que peca es del diablo, no de Cristo.

Estaban Crisp también escribió extensamente acerca del paso de Pablo por el estado de ser un pecador:

"..cuando él quería hacer el bien, el mal estaba presente en él. "La intención," dijo él, "está presente, y no sé como realizarla;" pero él no le llamó a esto un estado feliz. Él no dijo en ese entonces "estoy en una buena condición, cuando soy llevado cautivo por el diablo cuando él quiere. El bien que quiero hacer, no hago, y soy carnal, y vendido al pecado. Él no dice "esta es una buena condición, estoy satisfecho con ella; vean lo que él dice de esta condición [carnal, y vendida al pecado]; él le da un nombre más correcto que muchos le dan hoy en día, que dicen que este es el estado de los hijos de Dios; que los mejores de todos los hijos de Dios no tienen poder para vivir sin pecado, y vencer todas sus corrupciones; que ellos pecan en sus mejores deberes, y no pueden hacer nada sino pecar, y ese pecado se mezcla con todos sus deberes y acciones santas. Muchos de sus ministros les dicen que si ellos piensan que pueden realizar cualquier deber sin pecar, se engañan a sí mismos, y corren el riesgo de ser maldecidos. Pero esta no es una enseñanza de Cristo, sino más bien viene de un maestro diferente. Pablo le dio a este estado otro nombre, y yo quisiera que fueran tan sabios cuando están en este estado y condición: ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Yo veo una miseria en esta condición; yo veo que si no soy liberado de él, debo perecer a toda la eternidad. Este no es un estado en el cual debemos vivir; ¿quién puede vivir a gusto en una condición como esta? ¿Quién puede hacer otra cosa sino clamar quién me librará de este cuerpo de pecado y muerte?” ¡Ay! No oímos tal clamor ahora entre los sacerdotes ni el pueblo, ni congregaciones separadas [aquellas que designaban su propio predicador]. Temo que este clamor está casi perdido entre nosotros, a menos que algunos pocos que oyen la voz de Dios, y sienten tal golpe de poder divino como Pablo sintió, y responden a la voz celestial. Confieso que yo mismo he oído tal clamor, y he sido sensible a mi triste cautiverio y esclavitud, por causa del pecado. Y aunque tenía una mente para hacer el bien, no podía hacerlo; era mi deseo no pecar más. Deseaba no pecar en contra del Señor, si podía evitarlo; y cuando hacía el bien, hallaba que el mal estaba presente en mí; pero estaba lejos de sentarme [darme por vencido] allí, y decir: “este es el estado y condición del pueblo de Dios; está tan bien conmigo como lo estaba con el apóstol Pablo, por lo tanto me sentaré [dejaré de tratar de cambiar] en este estado.” El pueblo de Dios no puede encontrar satisfacción en un estado como este, aunque yo confieso que el pueblo peculiar de Dios al principio llegó a este estado, por su propia convicción; y llegaron a abrir sus mentes, e iluminar sus entendimientos, para ver el mal en sus caminos; pero ellos no llegan a este estado como a su reposo, y después se persuaden a sí mismos que están en la condición del pueblo de Dios. Más bien ellos le dan a su estado un nombre correcto, y claman “¡miserable de mí! ¡Qué condición tan miserable en la que he caído! No lo había visto antes. Ahora mis ojos están abiertos, ahora mi entendimiento es iluminado; ahora veo que la corrupción de mi naturaleza prevalece en contra de la gracia de Dios; y cuando me quiero unir con la gracia de Dios, y los movimientos de su Santo Espíritu, el enemigo está presente para descarriarme. No estoy ahora en un estado feliz, sino que estoy tan avanzado que estoy convencido de mi condición y estado miserable y desgraciado; si no se encuentra algún camino para mi liberación, nunca veré el rostro de Dios con consuelo.” Entonces se levanta ese clamor: ¿Quién me librará?” Así el apóstol Pablo (Rom 7:24) presenta el estado de su convencimiento, y en qué condición tan miserable él se encontraba. Entonces él va más allá, y les dice como era la situación con él. Le doy gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor. ¡Oh! Tengo suficiente causa para agradecer a Dios, no soy un hombre miserable ahora, no soy carnal, vendido al pecado; ahora no soy llevado cautivo por el diablo cuando él quiere. ¿Por qué? ¿Cómo es esto? El apóstol dijo: "la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha liberado del la ley de pecado y muerte." Esto es algo en lo cual gloriarse y consolar el alma. La ley del Espíritu de vida triunfó en su alma, y lo liberó de la ley del pecado y muerte, y lo redimió del poder del pecado, y lo hizo servir a Dios con libertad. Ley doy gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor. Yo quisiera que todos llegaran a esto, a agradecer a Dios, no sólo en palabras, sino en realidad, en acción y verdad. Porque alguien puede enseñarle a un perico a decir estas palabras; pero es la ley del espíritu de la vida en Cristo Jesús la que los liberará de la ley de pecado y muerte.

Esta es una lección difícil; por lo tanto ustedes deben ir a casa, hacia sus propias conciencias, antes de poder emitir un juicio correcto de las cosas y de dar la respuesta correcta a sí mismos. La ley del espíritu de la vida los liberará de su pasión, y de su orgullo y codicia, y sensualidad, y de la ley de sus inclinaciones carnales. ¿Han sido ustedes liberados de ellas?

Ahora, cuando las personas llegan a examinarse a sí mismas, no tienen ningún lugar donde ir, sino que deben tomar la cruz diaria, y confiar en el Señor Jesús para su liberación, quien los ha iluminado, para ver su estado miserable y desdichado; y él iluminó su entendimiento, para que ellos puedan ir a él, para poder ser liberados del dominio del pecado."

De la Palabra del Señor en el interior: "A menos que tú seas testigo de que recibes la fe de parte de Cristo, estás bajo la ley. A menos que tú atestigües la ley cumplida en ti, estás bajo la ley. No hay leyes cuando se está bajo el control completo del espíritu; uno camina en amor en obediencia de la manera que el Señor se lo ordena — uno no camina en la carne restringida."

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