Romanos 7:7 Mostrar el Capítulo y las notas   7 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Al contrario, yo no habría conocido el pecado sino por medio de la ley; porque no estaría consciente de la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.3 [Pablo acaba de ilustrar que la ley era su tutor, enseñándole lo que es el pecado, para que él pudiera buscar la gracia de Dios que purifica el corazón y el alma. En la nota 3 para este versículo, Jorge Fox declara que la ley a la cual Pablo se refiere es la ley interna.] |
3 No codiciarás. Hasta que podamos oír la voz del Señor en el interior y seguir su consejo para ser cambiados, las leyes morales son nuestro tutor, un recordatorio para nosotros de nuestros problemas, y un motivador para que nos arrepintamos de nuestros viejos caminos y busquemos ayuda divina para ser aún más diferentes, y así llegar a ser agradables a Dios. La ley en el corazón de todo hombre nos hace sentirnos mal cuando mentimos o robamos; y esta ley incluye las leyes morales externas: no robar, no mentir, no codiciar, no asesinar, no cometer adulterio, (y toda inmoralidad sexual), honrar a su padre y a su madre, amar a su prójimo como a sí mismo, hacer por otros lo que quisiéramos que hicieran por nosotros, etc. Las leyes morales de la ley interna exceden las leyes morales externas (Mosaicas) porque, como Jesús dijo, él vino a cumplir la ley; y entonces Él nos dijo cómo debía ser fortalecida, lo cual la ley interna refleja. La ley interna fortalecida puede ser entendida como habiendo sido violada cada vez que usted exhibe un fruto de la carne, los cuales incluyen: inmoralidad sexual, impureza, codicia, indecencia, tonterías, bromas groseras, obscenidad, adulterio, desenfreno, hechicería, odio, peleas, celos, iras, ambición egoísta, divisiones, envidias, homicidios, borracheras, fiestas, malos pensamientos, fornicaciones, iniquidad, engaño, blasfemia, orgullo, enojo, jactancia, lisonja, falta de modestia, inmoralidad, e insensatez. Cualquiera de estas cosas descalifica a cualquier hombre del cielo. Un hombre inocente de todos los frutos de la carne recién mencionados está en pleno cumplimiento de los requisitos rígidos de la salvación enunciados en las escrituras: debemos ser justos como Él es justo, 1 Juan 3:7. Debemos ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto, Mat 5:48. Debemos ser misericordiosos como Él es misericordioso, Lucas 6:36. Debemos llegar a ser puros como Él es puro, 1 Juan 3:2-3. Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir, 1 Ped 1:15. Para que andemos como él anduvo, 1 Juan 2:6; y así como él es, así seamos nosotros en este mundo, 1 Juan 4:17.
De la Palabra del Señor en el interior:
Cuando comenzamos a escuchar al Señor, quien nos da nuevos mandatos (o mandamientos) adaptados a nuestra vida y circunstancias, Él nos dice que dejemos comportamientos que no habíamos reconocido previamente como pecaminosos. Porque el hombre no puede entender ni reconocer la mayoría de los pecados, hasta que el Espíritu convence al hombre de pecado; pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente. 1 Cor 2:14. Las cosas de Dios que se conocen son evidentes entre ellos, pues Dios hizo que fuesen evidentes. Rom 1:19. De modo que el Espíritu Santo le enseña al hombre acerca de su pecado, acerca de la justicia [de Jesús], y los juicios [dentro del hombre; los ojos del alma deben ver, los oídos del alma deben oír, para aprender las cosas de Dios. Las cosas de Dios no se aprenden leyendo la Biblia, ni escuchando a alguien hablar, a menos que ellos hablen de las palabras pronunciadas por el Espíritu de Dios en esos momentos.
En su Diario, Jorge Fox escribió sobre este versículo, ('no codiciarás'):
Hubo una reunión de sacerdotes y profesantes en la casa de un juez, y yo fui con ellos. Allí se discutió como Pablo dijo que no había conocido el pecado sino fuera por la ley, que decía 'no codiciarás', y ellos declararon que Pablo estaba hablando de la ley externa. Pero yo les dije que Pablo dijo esto después de su conversión; porque él tenía la ley externa antes, y fue criado en ella, cuando él estaba cometiendo el pecado de la persecución; pero él servía esta ley de Dios que estaba en su mente,* contra la cual batallaba la ley en sus miembros; porque lo que él pensaba que era la vida para él resultó ser la muerte. De manera que los sacerdotes y profesantes más sobrios cedieron, y consintieron que no era la ley externa, sino la ley interna, que le enseñó a Pablo la lujuria interior, del cual él habló después de convertirse; porque la ley externa se apoderó de la acción externa, pero la ley interna de la lujuria interior.
Pablo declara que somos esclavos del pecado, incapaces de dejar de desear el pecado, sujetos a frecuentes fallas, sin importar cual sea nuestra intención. Pero Cristo vino para librarnos del pecado, para liberar a los cautivos, que están sentados en las tinieblas de la prisión, para ayudar a los pobres en espíritu a que lleguen a ser libres. Para esto fue manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo (destruir el pecado). Pablo está diciendo que somos esclavos impotentes del pecado, hasta que seamos salvados de nuestros pecados, llevados de la oscuridad a la luz, liberados del pecado, alejados del poder de Satanás por el poder de Cristo; necesitamos un salvador para ser liberados por medio de la cruz interna de Cristo de la negación propia de nuestros pecados, realmente liberados, aún de la atracción del pecado o los deseos del cuerpo, los apetitos.
Permítame confesar un ejemplo más moderno. Yo pensaba que estaba libre de lujuria; yo no codiciaba la esposa de ningún hombre, ni su perro, gato, automóviles, botes, aviones, casas, ropa, cuentas de banco, amigos, etc. Decidí hacer mi computador más rápido con un SSD que cuesta alrededor de $50; no es gran cosa ¿verdad? Pero entonces escuché la voz del Señor que me dijo "no lo necesitas". Estando todavía enamorado de la velocidad del SSD, seguí buscando el mejor SSD disponible. Escuché otra vez "no lo necesitas". Después de un par de búsquedas, finalmente me di cuenta "tengo lujuria por un SSD, el que no necesito porque mi computador principal es más que adecuado; y estoy planeando jactarme con todas mis antiguas relaciones de negocios de cuánto más rápido es con la adición del SSD", lo cual es simplemente jactancia planeada y orgullosa." Cuando me di cuenta de esto, literalmente comencé a reírme de mi mismo por ser tan necio y denso. No hace falta decir que ahora no instalaría un SSD en mi computador personal aunque alguien me diera uno.
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