Hebreos 4:10 Mostrar el Capítulo y las notas   10 El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras,3 así como Dios de las suyas. [El reposo es cesar de sus propias obras hechas por su propia voluntad, cesar sus propios planes, cesar sus propias decisiones, y en cambio ser dirigidos por Dios, para hacer su voluntad sobre la tierra asi como en el cielo, y estas obras son entonces para su gloria, y son ordenadas y vigorizadas por Él.] |
3 El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, así como Dios de las suyas. [Reposar de sus obras es ser dirigidos por Dios, para hacer su voluntad sobre la tierra así como también en el cielo, y entonces estas obras son para su gloria, y son provocadas y vigorizadas por Él.
El gran cuáquero Isaac Penington, contrasta el sábado judío con el sábado o descanso cristiano: "El sábado externo de ellos [los judíos] no era el sábado duradero o el reposo del evangelio, sino que les fue dado a ellos como una señal; pero el día de la redención del pecado, el día del densanso del pecado, el día de cesar de las obras muertas de la carne, el día en que Dios es todo, y que hace todo interiormente por medio de su Espíritu y su poder, y en el cual él solamente es exaltado. Este es el día de reposo, que el Señor ha hecho para el Israel espiritual, y en el cual ellos están contentos y se gozan."
Incluso cesamos nuestros propios pensamientos, y todos los pensamientos son proporcionados por Dios: Echando fuera todas nuestras propias decisiones, y toda barrera que se levanta contra la sabiduría de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo; 2 Cor 10:5
Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno. 1 Juan 5:8. De la carta 265 de Jorge Fox.
El tercer testigo es su sangre, con el cual los corazones de la gente son rociados, y sus conciencias son rociadas con la sangre de Jesús. Como Moisés roció los postes, etc., con la sangre de los toros y los machos cabríos; y la sangre de Cristo le pone fin a esta sangre de los toros y machos cabríos, que rocía el corazón y la consciencia de la gente. De modo que esta sangre de Jesucristo, el hombre celestial, se siente en los corazones y las consciencias de las personas; y por esta sangre son santificados, ellos son limpiados de todas sus obras muertas, para servir al Dios viviente, y para ya no servir sus obras muertas.
Este testimonio de la sangre rociada en su conciencia no puede ser imaginado o supuesto. Debe ser testificado, es decir experimentado; y después usted es inspirado por Dios para hacer obras con su energía y el poder que él le provee.
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