UN DIARIO
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Aunque este libro fue escrito en el siglo 17, De la Palabra del Señor en el interior: Hay solamente dos versiones del Diario de Jorge Fox traducidas al español: el Diario Grande, (dos volúmenes), que está en este sitio y el Diario corto, (un volumen). El Diario de este sitio, editado por Tomás Ellwood, es el único Diario Grande disponible en español; más completo, con más del doble de información, el diario de este sitio es único y la única traducción completa del Diario de Fox que cubre el ministerio de Fox en su totalidad. El Diario corto, editado por Norman Penney y traducido al español, también se encuentra en el internet; pero debería evitarse porque es una versión seriamente abreviada. Incluso el primer capítulo del Diario Grande está ausente en el Diario corto; y el primer capítulo es la mejor parte de todo el Diario, incluyendo cómo Jorge Fox entró en el paraíso, el reino, y la unión con Cristo — y después comienza su ministerio de 46 años en la tierra. No hay copias impresas de ninguno de los dos diarios disponible en español. (Si usted está interesado en una copia impresa en inglés, vea el prefacio en inglés en el sitio en inglés). Para hacer el Diario en este sitio aún más interesante, hemos añadido texto del Diario Cambridge, (El diario de Jorge Fox editado de los MSS por Norman Penney, Cambridge University, 1911), una reconstrucción de dos volúmenes de los manuscritos escritos a mano por Fox. Hemos incluido partes importantes del texto omitido encontrado en el Diario Cambridge que fue omitido por la 2º día Reunión matutina cuáquera, la cual eliminó muchas de las cartas muy fuertes, milagros y comentarios ligeros de Jorge Fox. La mayoría de esas eliminaciones se restauran e incluyen en el Diario de este sitio. Cuando lea el diario en este sitio, de vez en cuando verá {texto entre llaves}, que indica el texto del Diario Cambridge. El Diario Cambridge no incluye: 1) los últimos 15 años del ministerio de Fox, 2) muchas de sus cartas sobresalientes, 3) el entero primer capítulo, (el mejor capítulo en el Diario que detalla la traslación de Jorge Fox hacia el paraíso), y 4) los testimonios de su familia y Amigos. Sólo el diario de este sitio es completo ya que incluye tanto la versión oficial de Ellwood como las omisiones del Diario Cambridge. También hemos incluido información complementaria bien marcada de otras fuentes, como eventos históricos de ese tiempo del libro Valientes por la Verdad, (por Ruth S. Murray, 1879), el que es bueno con la historia pero no tan bueno en diferenciar las doctrinas y creencias de los primero cuáqueros de las de protestantismo general. Si usted no está familiarizado con los escritos de Fox, le tengo una sugerencia. Estudie lo que él dice. Si hay algo en la Biblia que usted piensa que está en conflicto con lo que Fox ha escrito, trate de usar este método para resolver las aparentes diferencias: suponga que Fox está en lo correcto, y ahora reexamine las escrituras, cuestionando y escudriñando su propia mente acerca de cómo pueden ser interpretadas para apoyar lo que dice Fox. Si usted hace eso, invariablemente verá que cada escritura está en armonía con el mensaje completo de Fox, sin excepciones. Pero, si usted no reconsidera su entendimiento anterior, el cual puede estar equivocado, entonces debe dejar afuera muchas escrituras que son incompatibles con el tema de las escrituras que usted tanto quiere que sean verdad. Algún día, cuando usted comprenda aquel pedazo del rompecabezas de las escrituras, usted verá cómo todas las escrituras son totalmente compatibles; y entonces tendrá la fórmula correcta para lo que Dios desea y lo que él detesta. El conocimiento no es salvación, pero expone la salvación falsa, y muestra el camino hacia la salvación verdadera. Para ver una corta historia del alejamiento del cristianismo de las enseñanzas de Cristo, hasta el tiempo justo antes del ministerio de Jorge Fox, la introducción de William Penn a este Diario es excelente. Una breve introducción por Jorge Fox La aparición de la Verdad Eterna de Dios, El tremendo poder del Señor y su palabra de vida ha sido predicada rica y libremente, para la concurrencia de muchos hacia la reconciliación con Dios. Esto ha exaltado a nuestro gran Dios y ha aumentado su gloria por el producto de los frutos celestiales y espirituales de aquellos que han sido reunidos por su eterna luz, poder y espíritu hacia El. Y por la siembra del espíritu en los corazones de las personas, la vida eterna es cosechada; de tal manera que sus rebaños se han reunido, los cuales tienen la leche de la palabra en rica abundancia, que en las riquezas de la palabra han florecido, y abundado poderosamente; y el arado celestial de Dios con sus hombres espirituales ha continuado alegremente para arar en terrenos no cultivados de los corazones que no han dado fruto celestial para Dios. Y los segadores celestiales de Dios con sus desgranes celestiales, con gozo y deleite han separado la cizaña y la corrupción que han estado sobre la simiente de Dios, y el trigo en el hombre y la mujer; y de esa manera han trillado en esperanza, y son hechos partícipes de su esperanza; por medio de la cual la simiente de Dios ha venido a su granero.
El texto en azul claro o azul claro “en negrita” está vinculado a la fuente detallada del texto. PARA que todos puedan saber el trato del Señor conmigo, y los varios ejercicios, pruebas y aflicciones por las cuales él me llevó, para prepararme y hacerme apto para la obra que él me había asignado, y para que así fuera llevado a admirar y glorificar su sabiduría y bondad infinita; pienso que es adecuado, antes de proceder, exponer mis viajes públicos en el servicio de la verdad, mencionar brevemente cómo fue mi juventud, y cómo comenzó la obra del Señor, y fue gradualmente realizada en mí, aún en mi niñez.
Pero la gente que es extraña al pacto de vida con Dios, ellos comen y beben para hacer uso sin restringir de las criaturas, desperdiciándolas en sus pasiones bajas, viviendo en toda inmundicia, gustando las maneras impuras de vivir, y devorando la creación; todo esto en el mundo, en las corrupciones de lo que es sin Dios; por lo tanto yo debía ser un extraño a todas esas personas y sus prácticas.
Cuando tenía cerca de diecinueve años, yo estaba en una feria por asuntos de negocios, y uno de mis primos, un profesante llamado Bradford, acompañado por otro profesante, vino y me invitó a tomar un jarro de cerveza con ellos. Ya que tenía sed acepté su invitación; y también por el amor que tenía por todos los que valoraban el bien y que buscaban al Señor. Cuando cada uno de nosotros nos habíamos tomado un vaso de cerveza, ellos comenzaron a hacer brindis “a tu salud”, y pidieron más bebida. Acordaron en conjunto que el que dejara de tomar pagaría las bebidas. Yo me entristecí al ver que personas que profesaban religión forzaran el pago de las bebidas en el que tenía menos inclinación a beber excesivamente. En esos momentos me puse de pie para irme, me puse la mano en el bolsillo, saqué una moneda y la puse sobre la mesa delante de ellos diciendo “Si esto es así, yo los dejo”. Así que me fui, y cuando terminé mis negocios volví a mi hogar; pero no me acosté esa noche, ya que no podía dormir. Más bien me la pasaba a ratos caminando de un lado a otro, a ratos orando y rogando al Señor, quien me dijo: “Tú ves como los jóvenes se asocian en vanidad, y los viejos con las cosas del mundo; pero tú debes dejarlos a todos, jóvenes y viejos, separándote de todos y siendo un extraño para todos”. Entonces por mandato de Dios, en el noveno día del séptimo mes de 1643, dejé a mis parientes y rompí la amistad y convivencia con todas las personas, jóvenes o viejos. Me fui a Lutterworth donde me quedé por un tiempo. De allí me fui a Northampton, donde también me quedé por un tiempo; después me fui a Newportpagnel en Buckinghamshire, donde después de quedarme un tiempo me fui a Barnet, en el sexto mes llamado de Junio, en el año 1644. De esta manera a medida que viajaba por el país, los profesantes se fijaron en mí y buscaron hacer amistad conmigo; pero yo tenía temor de ellos, porque sentía que no poseían lo que profesaban. Durante el tiempo que estuve en Barnet, me vino una gran tentación de desesperarme. Entonces vi como Cristo fue tentado. Pero yo estaba bajo una gran aflicción a causa de la tentación y la depresión. A veces me retiraba a mi habitación, y a menudo caminaba solo en el bosque esperando en el Señor (teniendo la esperanza que él me hablara acerca de mis preocupaciones). Me preguntaba por qué me venían estas tentaciones. Me miraba a mí mismo, y decía “¿Era yo antes así?” Entonces pensé que al haber dejado a mis parientes les había hecho un mal. De manera que examiné mi vida pasada, preguntándome si le había hecho daño a alguien; pero las tentaciones aumentaron más y más, y fui tentado a dejarlo todo y abandonar mi esperanza. Y cuando Satanás no pudo vencerme en esta manera, puso trampas y lazos en frente de mí para llevarme a cometer algún pecado, por el cual él pudiera conducirme a la depresión o la derrota. Yo tenía como veinte años cuando estas cosas me sucedieron, y continué de esta condición por algunos años en mucha aflicción, y hubiera estado feliz de poder deshacerme de ellas. Fui a muchos sacerdotes en busca de consuelo, pero no encontré consuelo en ellos. De Barnet me fui a Londres, donde alquilé una habitación, y allí también estuve bajo mucha aflicción y me sentí muy miserable porque veía a los grandes profesantes de la ciudad de Londres y me daba cuenta que ellos estaban en tinieblas y bajo las cadenas de las tinieblas. Yo tenía un tío llamado Pickering quien era un bautista, y en ese entonces ellos eran personas abiertas y piadosas; sin embargo no pude expresarle a él mis pensamientos o unirme a ellos; porque vi dónde estaban todos ellos espiritualmente, jóvenes y viejos. Algunas personas piadosas y amantes hubieran querido que me quedara con ellos, pero yo tenía temor de asociarme con ellos; de manera que me volví hacia mi hogar en Leicestershire, pensando que podía estar entristeciendo a mis padres y parientes a causa de mi ausencia. Cuando regresé a Leicestershire, mis parientes querían que me casara; pero yo les dije que era muy joven para casarme y quería obtener sabiduría primero. Otros querían que me uniera a las compañías auxiliares del ejército; pero me negué, y me apené de que ellos me propusieran tales cosas siendo yo tan joven. Entonces me fui a Coventry, donde tomé una habitación por un tiempo en la casa de un profesante, hasta que la gente comenzó a conocerme, ya que había mucha gente piadosa y amante en esa ciudad. Y después de un tiempo me fui a mi propia tierra otra vez, y continué como por un año en gran aflicción y pena, caminando solo por muchas noches.
Después de esto fui con otro sacerdote de edad de la ciudad de Mansetter en Warwickshire, y razoné con él acerca de la desesperación y las tentaciones, pero él ignoraba mi condición. Me dijo que fumara tabaco y cantara salmos. El tabaco era algo que no me agradaba, y no estaba en condiciones de cantar salmos; yo no sabía cantar. Me dijo que volviera otra vez, y que él me revelaría muchas cosas; pero cuando vine, él estaba enojado y fastidiado, ya que habiendo reflejado en lo que yo le había dicho anteriormente, no le había gustado. Él le había revelado todos mis problemas, penas y aflicciones a sus sirvientes incluyendo las niñas que traían la leche. Me apené por haber abierto la miseria de mi corazón y mi mente a una persona tan insensible. Me di cuenta que todos los sacerdotes y profesantes eran unos consoladores miserables, y esto hizo que mis aflicciones se hicieran peores. Oí de un sacerdote que vivía en Tamworth que tenía una reputación de ser un hombre de experiencia. Tuve que caminar siete millas para ir a verlo, pero lo encontré vacío como un barril. Oí de un Dr. Cradock en Coventry, y fui a verlo; le pregunté acerca de las tentaciones y la desesperación, y cómo se formaban las aflicciones en los hombres. Él me preguntó “¿quienes fueron la madre y el padre de Cristo?” Yo le dije que María fue su madre, y que él era el supuesto hijo de José, pero que era hijo de Dios. Cuando caminábamos juntos en un sendero angosto, accidentalmente pisé un jardín de flores mientras dábamos la vuelta; en esos momentos él se enfureció como si se le hubiera incendiado la casa. Así se terminaron nuestras discusiones y yo me fui más afligido que cuando llegué. Concluí que los sacerdotes y profesantes eran consoladores miserables, y vi que ninguno de ellos era de algún beneficio para mí, ya que ellos no podían entenderme o ayudarme en mi dolor espiritual. Después de esto fui con otro sacerdote muy respetado, llamado Maeham. Él quería darme unas medicinas y trató de desangrarme; pero por más que trataron no pudieron sacarme ni una gota de sangre, ni de mis brazos ni de mi cabeza. Mi cuerpo estaba tan seco de penas, aflicciones y angustias, las cuales eran tan grandes sobre mí, que yo deseaba nunca haber nacido; o haber nacido ciego para que nunca hubiera visto maldad o vanidad; o sordo para que nunca hubiera oído palabras vanas o impías, o el nombre del Señor blasfemado. Cuando llegó el tiempo que se llama de Navidad, mientras otros festejaban y celebraban, yo tocaba puertas, de casa en casa, y al descubrir viudas dentro de ellas les daba algo de dinero. Cuando se me invitaba a ir a ceremonias de bodas yo no asistía; pero al día siguiente, o poco tiempo después, iba a visitarles; y si eran pobres les daba algo de dinero; ya que yo tenía la capacidad de mantenerme por mí mismo sin ser carga para otros, y de poder administrar algo para las necesidades de otros. Al comienzo del año 1646, cuando iba a Coventry, me puse a considerar de cómo se decía que 'todos los cristianos son creyentes, tanto los protestantes como los papistas'; y el Señor me mostró que si todos son creyentes, entonces todos son nacidos de Dios, y han pasado de muerte a vida;* y que ninguno es un creyente verdadero a menos que esto [pasar de la muerte a la vida] haya sucedido; y aunque otros decían que eran creyentes, no lo eran. En otra ocasión, mientras caminaba por un campo en el primer día en la mañana, el Señor me dio a entender que 'ser educado en Oxford o Cambridge no era suficiente para hacer a los hombres aptos y calificados para ser ministros de Cristo;'** y esto estimuló mi pensamiento porque ése era el común pensar de la gente. Pero yo lo vi claramente a medida que Dios me lo mostró, y fui convencido de la verdad. Admiré la bondad de Dios, quien abrió estas verdades para mí esa mañana. Este fue un golpe para el ministerio del sacerdote Stevens, específicamente que 'el ser educado en Oxford o Cambridge no era suficiente para hacer a los hombres aptos para el ministerio de Cristo'. De manera que aquello que fue abierto a mí, vi que era un golpe al ministerio del sacerdote.
Pero mis parientes estaban muy afligidos porque yo no iba con ellos a la "iglesia" a oír al sacerdote; en vez de esto yo me iba solo al huerto o al campo, con mi Biblia. Yo les preguntaba que si Juan no había dicho 'que ellos no necesitan que un hombre les enseñe, porque la unción misma les enseña'. (1 Juan 2:27). A pesar que ellos sabían que este pasaje decía la verdad, aún estaban enojados y temerosos porque yo no cedía a sus deseos en este asunto, y no iba a oír al sacerdote con ellos. Yo comprendí que un verdadero creyente era algo diferente de lo que ellos creían; y comprendí que haber sido educado en Oxford o Cambridge no califica ni hace apto a un hombre para el ministerio de Cristo. Sabiendo esto, ¿por qué querría yo seguir a gente de Oxford o Cambridge? De manera que no me podía unir a ellos ni a ningún grupo disidente; sino que yo era un extraño a todas las personas y dependía completamente del Señor Jesucristo. En otra ocasión el Señor me mostró que 'el Dios que hizo el mundo no habitaba en templos hechos de mano'. Esto al principio me pareció extraño, porque tanto los sacerdotes como la gente le llamaban a sus templos o iglesias lugares de respeto, terreno sagrado y templos de Dios. Pero el Señor me mostró claramente que él no habitaba en estos templos que los hombres habían mandado a construir, sino que en los corazones de los hombres. Tanto Esteban como el apóstol Pablo dieron testimonio de que Él no habitaba en templos hechos con manos desde que Él le puso fin a las dispensaciones típicas; sino que su pueblo es su templo, y que Él habita en ellos. Esta verdad fue abierta en mí mientras que caminaba por el campo hacia la casa de mis parientes. Cuando llegué allí me dijeron que Nataniel Stevens, el sacerdote, había estado allí, y me dijeron que 'él tenía temor de que yo estuviera buscando una nueva luz'. Me sonreí por dentro, sabiendo lo que el Señor me había abierto acerca de él y sus colegas sacerdotes educados en Oxford y Cambridge. A pesar que mis parientes tenían un entendimiento superior al de los sacerdotes, yo no les revelé mi entendimiento a mis parientes que todavía iban a oír a los sacerdotes y estaban afligidos porque yo no iba con ellos. Pero les mostré con las escrituras que hay un ungimiento en el hombre que le enseña, y que el Señor quiere enseñar a su pueblo él mismo. El Señor me abrió muchas cosas con respecto al Apocalipsis; y cuando hablaba de ellas, los sacerdotes y los profesantes decían que el Apocalipsis era un libro sellado, y me decían que no lo leyera. Pero yo les dije que Cristo puede abrir los sellos, y que el libro de Apocalipsis era el libro más cercano a nuestra generación; porque las epístolas de los apóstoles fueron escritas a los santos de épocas anteriores, pero el Apocalipsis fue escrito acerca de eventos porvenir. *
Después de esto me reuní con un grupo de personas que creían que las mujeres no tenían alma (añadiendo de manera ligera), no más que un ganso. Yo los reprendí y les dije que esto no era correcto; porque María había dicho 'Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador'. Pasando a otro lugar me encontré con personas que confiaban demasiado en los sueños para su guía espiritual. Yo les dije que a menos que pudieran distinguir entre sueños y sueños, que éstos los confundirían, ya que existen tres clases de sueños: muchas preocupaciones a veces causan sueños; y hay sueños que son susurros de Satanás en la noche; y Dios habla al hombre en sueños. Estos hombres dejaron de confiar en los sueños y al final se convirtieron en Amigos. Aunque cosas importantes me fueron abiertas, muchas veces venían sobre mí grandes aflicciones y tentaciones, de tal manera que cuando era de día yo deseaba que fuera de noche, y cuando era de noche yo deseaba que fuera de día; y por causa de las cosas que me fueron abiertas cuando estaba en mis aflicciones, puedo decir como dijo David 'un día comunica su mensaje al otro día, y una noche a la otra declara sabiduría'. Cuando se me mostraban revelaciones, éstas se contestaban las unas a las otras; porque tenía grandes revelaciones de las escrituras; y cuando estaba afligido, una aflicción también contestaba a la otra. Al comienzo del año 1647, el Señor me inspiró para ir a Derbyshire, donde conocí algunas personas amigables, y tuve muchas discusiones con ellos. Entonces me fui a la región de Peak, donde conocí más gente amigable y también gente de nociones altas aunque vacías. Y al seguir viajando por algunas partes de Leicestershire, y yendo a Nottinghamshire, conocí personas buenas, y una mujer muy buena, el nombre de la cual era Elizabeth Hooton. Con estas personas tuve reuniones y discusiones; pero mis aflicciones continuaron, y muchas veces estaba bajo grandes tentaciones. Ayunaba mucho, y caminaba en las afueras en lugares solitarios por muchos días, y muchas veces me llevaba mi Biblia, y me sentaba en árboles caídos y lugares solitarios hasta que llegaba la noche; y frecuentemente caminaba en la noche abrumado por el dolor, porque era un hombre de dolores en la época que el Señor comenzó su obra en mí.
Durante todo este tiempo nunca me uní con ningún grupo religioso, pero me entregué al Señor abandonando todas las malas amistades y dejando a mi padre y a mi madre, y a todos mis otros parientes; viajé como un extraño de un lado a otro por la tierra, como Dios me lo inspiraba en mi corazón, alquilando una habitación en cada ciudad donde llegaba, quedándome a veces más tiempo y a veces menos tiempo en un lugar; porque no me atrevía a quedarme en un lugar por mucho tiempo, temiendo a los profesantes y a las personas impías; siendo una persona joven y sensible, temía ser herido al conversar mucho con ellos. A causa de esto me mantuve como un extraño hacia todos, buscando la sabiduría celestial, y obteniendo conocimiento del Señor; y mis afectos fueron desviados de las cosas de afuera para enfocarme en el Señor solamente. Aunque mis pruebas y aflicciones eran muy grandes, éstas no eran continuas, y ocasionalmente me sentía aliviado; a veces me apoderaba tal gozo celestial que sentía que había estado en el seno de Abraham. Ya que no puedo explicar la miseria en la que me encontraba, porque era tan grande y pesada sobre mí, tampoco puedo explicar las misericordias que Dios me mostró en mi miseria. ¡Ah, el amor eterno de Dios a mi alma, cuando estaba bajo gran angustia! Cuando mis angustias y tormentos eran grandes, entonces su amor era mucho más grande. ¡Tú, oh Señor, conviertes un campo fructífero en un árido desierto, y desierto árido en un campo fructífero! ¡Tú echas hacia abajo y tú levantas! ¡Tú quitas la vida y la vuelves a dar! Todo el honor y la gloria son tuyos, ¡oh, Señor de gloria! El conocimiento de ti en espíritu es vida; pero ese conocimiento que es carnal obra la muerte. Mientras hay conocimiento de Dios en la carne, el engaño y la voluntad propia se conforman a cualquier cosa, y dicen sí, sí, a cosas que no conoce. Los profetas y apóstoles hablaron acerca del conocimiento carnal que el mundo posee. Los profetas y los apóstoles estaban en la vida [que es la vida de Dios], pero los apóstatas no tenían vida y sólo tienen un registro de sus palabras; tienen las santas escrituras en forma, pero no en la vida o el espíritu que inspiró las escrituras originalmente. De manera que todos están en confusión, y hacen provisión para la carne, para hacer la voluntad de la carne, pero no para obedecer la ley y los mandamientos de Cristo en su poder y su espíritu; porque según ellos esto no se puede hacer. Pero el hacer la voluntad de la carne, esto lo hacen con deleite. Después que recibí esta revelación del Señor, que el ser educado en Oxford o Cambridge no era suficiente para hacer a un hombre ministro de Cristo, tuve menos estima por los sacerdotes, y busqué más a los disidentes. Vi que entre ellos había algo de bondad; y muchos vinieron después para ser convencidos, ya que habían recibido algunas revelaciones. Pero como me había desilusionado de los sacerdotes, también dejé a los predicadores que predicaba por su cuenta y aquellos que se decía que tenían más experiencia; porque vi que no había ninguno entre ellos que pudiera entender mi condición. Y cuando mi esperanza en ellos y en todos los hombres se había desvanecido, de manera que no tenía nada externo para ayudarme, ni nadie me podía decir qué hacer; entonces, ¡ah! entonces escuché una voz que me dijo 'Hay uno, Cristo Jesús, que puede comprender tu condición'. Cuando escuché esto, mi corazón saltó de alegría. Entonces el Señor me mostró por qué no había ninguno en la tierra que pudiera comprender mi condición; de manera que pudiera darle a Él toda la gloria. Porque todos están atados bajo el pecado, y encerrados en la incredulidad, como yo había estado, y para poder ser libre cada persona debe saber que Cristo es el creador y que sólo él nos entiende; él es el que nos ilumina, nos da gracia, fe y poder. Y cuando Dios hace su obra, ¿quién puede impedirla? Esto lo supe por experiencia. Mi deseo por el Señor creció, y el fervor en el conocimiento puro de Dios y de Cristo solamente, sin la ayuda de ningún hombre, libro o escrito. Porque aunque leía las escrituras que hablaban de Cristo y de Dios, aún así yo le conocía solamente por medio de la revelación, que abrió el que tiene la llave, y a medida que el Padre de la vida me atraía al Hijo por medio de su espíritu. Entonces el Señor me guió tiernamente, y me dejó ver su amor, el cual era eterno y sin fin, sobrepasando todo entendimiento que tienen los hombres en el estado natural, o lo que pueden obtener de la historia o los libros. Ese amor me permitió verme a mí mismo de la manera que yo era sin él; y tenía temor de estar en compañía de otros, ya que los veía perfectamente donde ellos estaban, por medio del amor de Dios que me permitía verme a mí mismo. No tenía amistad con ninguna persona, ni sacerdotes, ni profesantes, ni clase alguna de separatistas. Mi amistad era solamente con Cristo, quien tiene la llave y abrió la puerta de la luz y de la vida por mí. Tenía temor de todas las conversaciones carnales y los hombres conversadores, porque no podía ver nada más que la corrupción, y la vida que estaba bajo la carga de la corrupción. Cuando estaba en lo más profundo, cuando todo se había cerrado, no podía creer que podría salir de esa condición; mis aflicciones, penurias, y mis tentaciones eran tan grandes, que a veces pensaba en desesperación que debía de abandonar toda esperanza, y era una gran tentación para mí. Pero cuando Cristo me reveló cómo él fue tentado por el mismo diablo, y le venció y le hirió la cabeza; y que por medio de él y su poder, su luz, su gracia y su espíritu, yo también podía vencer, entonces tuve confianza en él. De manera que fue él quien me abrió la revelación cuando yo estaba encerrado y no tenía ni esperanza ni fe. Cristo, quien me había iluminado, me dio su luz para creer en ella, y me dio esperanza, la cual es él mismo, se reveló a sí mismo en mí, y me dio su espíritu y gracia, la cual encontré suficiente en las profundidades y en la debilidad. De manera que en las miserias más profundas y en las penas y tentaciones más grandes que me acosaban, el Señor en su misericordia me guardó. Encontré que tenía dos tipos de sed dentro de mí; una que era sed de las cosas de la creación, para obtener ayuda y fortaleza de ellas; y la otra era sed del Señor el creador, y su hijo Jesucristo; y vi que nada en el mundo podía beneficiarme. Si hubiera tenido la comida de un rey, el palacio y sus asistentes, todo hubiera sido como nada, porque nada me daba consuelo sino el Señor y su poder. Vi que los profesantes, sacerdotes, y la gente estaban completos y en comodidad en la misma condición que me tenía a mí en la miseria, y que amaban aquello que yo hubiera preferido eliminar. Pero el Señor fijó mis deseos en él, de quien vino mi ayuda, y mis preocupaciones fueron puestas sólo en él. Por lo tanto, todos esperan en el Señor, cualquiera sea su condición; esperan en la gracia y la verdad que viene de Jesús; porque si usted hace esto, hay una promesa para usted, y el Señor la va cumplir en usted. Y bienaventurados son verdaderamente los que realmente tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos. Yo me he dado cuenta que es así; alabado sea el Señor que nos llena con ella, y satisface los deseos del alma hambrienta. ¡Ah, que la casa del Israel espiritual diga: sus misericordias son para siempre! Es el gran amor de Dios, al convertir aquello que es placentero para la vista y la mente carnal en un desierto; y al hacer un campo fructífero de un desierto árido. Esta es la gran obra de Dios. Pero mientras las mentes de las personas están en las cosas terrenales, andando detrás de las criaturas y las cosas cambiantes, caminos cambiantes y religiones, y maestros cambiantes e inseguros; sus mentes están en cautiverio, y ellos son frágiles y cambiantes, arrastrados de un lado a otro por todo viento de doctrina, pensamientos, nociones, y otras cosas; teniendo sus mentes fuera de las verdades inconmovibles en su interior, la luz de Jesucristo, la cual los mantiene en lo inconmovible. Él es el camino al Padre; quien en todas mis angustias me preservó en su espíritu y poder, ¡alabado sea su nombre para siempre! Otra vez escuché una voz que decía: "Tú serpiente, tratas de destruir la vida pero no puedes; porque la espada que guarda el árbol de la vida te destruirá". De manera que Cristo, la palabra de Dios, que hirió la cabeza de la serpiente, el destructor, me preservó; mi mente fue unida con la buena semilla que hirió la cabeza de la serpiente, el destructor. Esta vida interior surgió en mí, para contestarle a todos los profesantes y sacerdotes opuestos, y trajo escrituras a mi memoria para refutarles con ellas. En otra ocasión vi el gran amor de Dios, y fui lleno de admiración por su infinidad. Vi lo que era echado fuera de Dios, y lo que entró al reino de Dios; y cómo por medio de Jesús, quien abrió la puerta por medio de su llave celestial, fue dada la entrada a su reino. Yo vi la muerte y como había pasado a todos los hombres, y cómo oprimió la semilla de Dios en el hombre, y en mí; y cómo yo fui formado y recreado en la semilla, y lo que la promesa era para mí. A pesar de este desarrollo dentro de mí, todavía parecía haber dos cosas distintas suplicando dentro de mí; y preguntas y dudas acerca de los dones y las profecías se formaron en mi mente, y fui tentado otra vez a desesperarme, preocupándome de que hubiera pecado en contra del espíritu santo. Estuve en gran perplejidad y angustia por muchos días; pero aún así me entregué al Señor. Un día, cuando había estado caminando solo por las afueras y me había ido a mi casa, fui tomado en el amor de Dios, de manera que sólo podía admirar la grandeza de su amor; y mientras estaba en esa condición, se me fue abierta una revelación por la luz y el poder eterno en el interior por el cual vi claramente todo lo que fue hecho y que se va a ser hecho en Cristo y por Cristo; y como él conquista y destruye este tentador, el diablo, y todas sus obras, y ha vencido al diablo; y que todas estas angustias y tentaciones eran buenas para mí y me fueron dadas por Cristo como la prueba de mi fe. El Señor me abrió el entendimiento para poder ver más allá y a través de todas estas angustias y tentaciones. Cuando vi que todo fue hecho por Cristo que es la vida, mi fe viviente fue aumentada, y mi creencia estaba en él. Cuando en cualquier momento yo perdía de vista mi verdadera condición en Cristo, mi creencia secreta se mantenía firme, y la esperanza me mantuvo, como un ancla en el fondo del mar; y ancló mi alma inmortal a su Señor, haciendo que mi alma nadara sobre el mar, el mundo, donde están todas las olas rugientes, climas terribles, tempestades, y tentaciones. Pero ¡ah! entonces vi mis angustias, pruebas y tentaciones más claras que nunca. A medida que apareció la luz,* todo lo que está fuera de la luz apareció; oscuridad, muerte, tentaciones, los injustos, los impíos; todo fue expuesto y puesto a la vista en la luz. Después de esto, un fuego puro apareció en mí;** y entonces vi cómo Cristo actuó como un fuego purificador y como jabón de lavadores. Entonces vino a mí el discernimiento espiritual; por el cual discerní mis propios pensamientos, quejas y suspiros; y qué era lo que me velaba, y qué era lo que me abría el entendimiento. Y aquello que no puede habitar en la paciencia, ni soportar el fuego, encontré en la luz que éstas eran las quejas de la carne, que no se pueden rendir a la voluntad de Dios; era lo que me había velado de tal manera, que no podía ser paciente en todas las pruebas, aflicciones, penurias y perplejidades; no podía entregar el yo para morir en la cruz, el poder de Dios, de manera que el creciente poder viviente pueda seguirle a él, y que aquello que nubla y aleja de la presencia de Cristo, aquello que es cortado por la espada del espíritu, y que debe morir, no debe mantenerse vivo. Yo discerní las quejas del espíritu, que me abrió revelaciones, e hizo intercesión con Dios; y por medio de este espíritu se realiza la verdadera espera en Dios, para la redención del cuerpo, y de toda la creación. Por medio de este verdadero espíritu, en el cual se encuentran los verdaderos suspiros, vi los suspiros y las quejas falsas. Por medio de este espíritu invisible discerní todas las cosas oídas, vistas y olidas que eran falsas, las cuales estaban sobre el espíritu, sofocándolo y acongojándolo; y que todos los que estaban allí estaban en confusión y engaño, donde se encuentran las peticiones y oraciones falsas, en engaño y por encima, en esa naturaleza y lengua que toma el santo nombre de Dios en vano, se revuelca en el mar egipcio, y pide pero no tiene; porque odian su luz, resisten su santo espíritu, convierten la gracia en una excusa para continuar pecando, se rebelan en contra del espíritu, y se equivocan alejándose de la fe que debieran estar pidiendo, y del espíritu por el cual debieran estar orando. Aquel que sabe estas cosas en el verdadero espíritu puede testificar de ellas. La luz divina de Cristo manifiesta todas las cosas, y el fuego espiritual prueba y corta todas las cosas. A medida que el Señor me abrió esta revelación, yo vi muchas cosas; porque me mostró lo que puede vivir en su santo fuego purificador y lo que puede vivir con Dios bajo su ley. Él me dio un entendimiento de cómo la ley y los profetas llegaron hasta Juan; y cómo el más pequeño en el reino de Dios es más grande que Juan. La ley pura y perfecta de Dios está sobre la carne para guardarla y para guardar las obras imperfectas bajo la ley perfecta; y la ley de Dios, que es perfecta, responde a los principios perfectos de Dios en cada persona. Esta era la ley que los judíos, los profetas, y Juan debían de cumplir. Nadie puede conocer al dador de esta ley sino por el espíritu de Dios; ni tampoco puede alguien leer verdaderamente la ley ni oír la voz de la ley sino por medio de la ayuda del espíritu de Dios.
Aquel que pueda recibirlo, que lo reciba. Juan, quien fue uno de los profetas más grandes que fue nacido de una mujer, dio testimonio de la luz que estaba en Cristo, el gran profeta celestial, la Luz verdadera que vino al mundo a iluminar a cada persona; de manera que ellos puedan creer en la luz y convertirse en hijos de la luz, para tener la luz de la vida, y no venir a condenación. Porque la creencia verdadera está en la luz que condena todo lo impío; y el diablo, quien es el príncipe de la oscuridad, se alejaría de la luz para condenación. Los que caminan en esta luz, vienen a la montaña de la casa de Dios, establecida sobre todas las montañas, y a las enseñanzas de Dios, quien les enseñará sus caminos. Estas cosas fueron abiertas a mí en la revelación de la luz. También vi las montañas ardiendo, y los escombros, y las sendas y los lugares escabrosos y torcidos hacerse parejos y planos, para que el Señor pueda venir a su tabernáculo. Estas cosas se encuentran en el corazón del hombre; pero hablar de estas cosas que son internas parece extraño a los que son toscos, torcidos y a los montañosos. Aún así el Señor dijo, 'ah tierra, ¡escucha la palabra del Señor!'
La ley del espíritu se cruza con la mente, el espíritu y la voluntad carnal, los cuales viven en desobediencia, y no están dentro de la ley del espíritu. Vi que esta ley es el amor puro de Dios que estaba sobre mí, y por el cual tengo que pasar, aunque estaba afligido cuando estaba debajo de él; porque no podía estar muerto a la ley sino por medio de la ley, la cual juzgaba y condenaba aquello que debe ser condenado. Vi que muchos hablaban de la ley, quienes no habían hecho de la ley su tutor;* y muchos hablaban del evangelio de Cristo, quienes nunca habían conocido la vida y ni la inmortalidad traída a la luz en ellos por medio de este evangelio. Usted que ha estado bajo este maestro, y la condenación de esta ley, sabe estas cosas; porque aunque el Señor en ese día abrió estas cosas a mi por revelación por manera secreta, desde entonces han sido publicadas por su espíritu eterno, como si estuvieran sobre el techo de una casa. Y a medida que usted es llevado a la ley, y por medio de la ley muerto en ella, y presencias [ver, experimentar] la justicia de la ley cumple en usted, después usted llegará a saber lo que es ser llevado hacia la fe, y por la fe desde abajo de la ley; y permaneciendo en la fe, cuyo autor es Cristo, y usted tendrá paz y acceso a Dios. Pero si usted aparta su mirada de la fe, y de las cosas que le darán la victoria, y pone su mirada sobre las cosas y palabras carnales [hablar sus propias palabras], usted estará otra vez en el cautiverio de la carne, y en la ley que se agarra de la carne y el pecado, y obra la ira divina, y las obras de la carne aparecerán otra vez. La ley de Dios se agarra de la ley del pecado y la muerte; pero la ley de la fe, o la ley del espíritu de vida, que es el amor de Dios, y que viene de Jesús, (quien es el fin de la ley por causa de la justicia), lo hace a usted libre de la ley del pecado y la muerte. Los hombres de mente carnal no conocen esta ley de la vida; pero, aún así, ellos le tentarán para alejarlo del espíritu hacia la carne, y de esa manera hacia el cautiverio. Por lo tanto usted que conoce el amor de Dios, y la ley del espíritu, y la libertad que se encuentra en Jesucristo, manténgase firme en él. Manténgase en la fe divina, el autor de la cual es Él, y no se enrede con el yugo de la esclavitud. Porque el ministerio de Cristo Jesús y sus enseñanzas traen libertad; pero el ministerio que es del hombre, y por el hombre, que se encuentra en la voluntad del hombre, lleva a la esclavitud, y a estar bajo la sombra de la muerte y la oscuridad. Por lo tanto nadie puede ser ministro de Cristo Jesús si no están en el espíritu eterno, que existía antes que las escrituras fueran dadas; porque si no tienen este espíritu, no son de él. Aunque tengan su luz para condenar a aquellos que la odian, no pueden llevar a nadie a la unidad y el compañerismo en el espíritu, a menos que ellos estén en él; porque la semilla de Dios es una carga pesada para la voluntad egoísta, carnal y terrenal, que reina en su propio conocimiento y entendimiento que debe perecer, y su propia sabiduría que es diabólica. El espíritu de Dios es apenado, irritado, y apagado con aquello que lleva a la esclavitud carnal; y aquello que batalla contra el espíritu de Dios debe ser mortificado por el espíritu; porque la carne tiene deseos contra el espíritu, y el espíritu contra la carne, y éstos son contrarios el uno al otro. La carne quisiera su libertad, y el espíritu quisiera su libertad; pero el espíritu tiene su libertad, y la carne no. Por lo tanto si usted apaga el espíritu, se une a la carne, y se hace esclavo de ella, entonces usted es juzgado y atormentado por el espíritu; pero si usted se une al espíritu, y sirve a Dios en el espíritu, usted tiene libertad y victoria sobre la carne y sus obras.
Por lo tanto, manténgase en la cruz diaria, el poder de Dios, por el cual usted puede testificar a todos y crucificar aquello que es contrario a la voluntad de Dios, y aquello que no entrará en su reino. Estas cosas se abren y se mencionan aquí para dar información, exhortación, y consuelo a otros, a medida que el Señor me los abrió a mí ese día. En ese día yo me preguntaba cómo fue que el pueblo de Israel murmuró por agua y comida, porque yo hubiera podido ayunar por bastante tiempo sin murmurar ni preocuparme por la comida. Pero otras veces fui juzgado de que no estaba contento de estar a veces sin el agua ni el pan de vida, para que yo pudiera aprender a estar en necesidad y a estar en abundancia. Oí de una mujer en Lancashire, que había ayunado por veintiún días, y viajé para verla; pero cuando llegué, vi que ella estaba bajo tentación. Cuando hablé con ella acerca de las cosas que el Señor me había mostrado,* me fui de allí, ya que su padre era de alta profesión. Pasando de allí, me fui con los profesantes en Duckenfield y Manchester, donde me quedé por un tiempo y declaré la verdad entre ellos. Algunos fueron convencidos, quienes recibieron las enseñanzas del Señor, por quien fueron confirmados, y se mantuvieron en la verdad. Los profesantes estaban furiosos, todos ellos abogando por el pecado y la imperfección; y no podían soportar el oír hablar acerca de la perfección, o de la vida santa y sin pecado. Pero el poder del Señor estaba sobre todos; aunque estaban encadenados bajo la oscuridad y el pecado, por los cuales ellos abogaban, y apagaban la piedad en ellos.
Por este tiempo hubo una gran reunión de bautistas en Broughton, en Leicestershire, con algunos que se habían separado de ellos; y fueron gente de otras creencias, y yo fui también. No llegaron muchos bautistas, pero mucha otra gente estaba allí; y el Señor abrió mi boca,* y su verdad eterna fue declarada entre ellos, y el poder del Señor estaba sobre todos ellos. Ese día el poder del Señor comenzó a brotar. Tuve grandes revelaciones de las escrituras, y muchos fueron convencidos en esas áreas del país y fueron llevados de la oscuridad a la luz, y del poder de Satanás hacia Dios; ellos recibieron su poder, y por medio de su poder muchos fueron elevados para alabar a Dios. Cuando razoné con los profesantes y con otra gente, algunos eran convencidos y mantenían su fe.
Pero aún así a veces me encontraba bajo grandes tentaciones, y mi sufrimiento interno era grande; pero no podía encontrar a nadie con quien pudiera hablar de mi condición excepto por el Señor solamente, a quien lloré día y noche. Volví a Nottinghamshire, donde el Señor me mostró que la naturaleza de esas cosas que son destructivas afuera en el mundo también se encuentran dentro de las mentes y los corazones de los hombres impíos: la naturaleza de los perros, los puercos, las serpientes, de Sodoma, y Egipto, el faraón, Caín, Ismael, Esaú, etc. Pude ver la naturaleza de ellos por dentro, aunque la gente había estado buscando por fuera. Clamé al Señor, y le dije '¿Por qué tengo que estar en esta condición, siendo que yo nunca fui adicto a cometer esos pecados?' Y el Señor contestó 'Era necesario que yo tuviera una idea de todas las condiciones, ¿sino cómo iba a poder hablar de todas las condiciones?' En esto pude ver el amor infinito de Dios. También vi que había un océano de oscuridad y muerte; pero había también un océano infinito de luz y amor, que fluía sobre el océano de oscuridad. En esto también vi el amor infinito de Dios, y tuve grandes revelaciones. Mientras caminaba por el área de la ciudad de Mansfield donde se encuentra la iglesia, el Señor me dijo 'Aquello que la gente pisotea debe ser tu alimento'. Mientras el Señor hablaba me reveló que la gente y los profesantes pisoteaban la vida, aún la vida de Cristo; ellos se alimentaban de palabras, y se alimentaban unos a otros con palabras, pero pisoteaban la vida, y pisoteaban y aplastaban bajo sus pies la sangre del hijo de Dios, la cual era mi vida; y vivían en sus opiniones arrogantes hablando acerca de él. Al principio me pareció extraño que yo tuviera que alimentarme de aquello que los profesantes pisoteaban; pero el Señor me lo reveló claramente por su espíritu y su poder eterno. Entonces gente de todas partes vino a verme, y yo tenía temor de ser arrastrado por ellos; sin embargo se me dijo que debía darles entendimiento y revelaciones. Un hombre llamado Brown tenía grandes profecías y visiones acerca de mí mientras estaba en su lecho de muerte. Él dijo abiertamente que yo iba a ser instrumental para el Señor en su obra. Y habló de otras personas diciendo que iban a llegar a nada; lo cual se cumplió en algunos que en ese tiempo eran famosos. Cuando enterraron a este hombre, una gran obra para el Señor que cayó sobre mí, lo cual causó la admiración de muchos que pensaron que yo estaba muerto; y muchos vinieron a verme en ese período de catorce días. Mi apariencia y mi cuerpo estaban alterados en gran manera, como si mi cuerpo hubiera sido apenas formado o cambiado. Mientras estaba en esta condición, el Señor me dio discernimiento y sentido. Por medio de este discernimiento vi claramente que cuando mucha gente hablaba de Dios y de Cristo, era la serpiente que hablaba en ellos; pero esto fue difícil de aceptar. Aún así la obra continuaba en algunos. Mis angustias y penas comenzaron desaparecer, y me brotaron lágrimas de gozo, de manera que hubiera podido llorar día y noche con lágrimas de gozo al Señor, en humildad y quebrantamiento de corazón. Miré hacia el infinito sin fin, cosas que no se pueden decir, y lo grande e infinito que es el amor de Dios, el cual no se puede expresar con palabras. Porque yo había sido llevado a través del mismo océano de oscuridad y muerte, y a través y sobre el poder de Satanás, por el poder eterno y glorioso de Cristo; incluso fui llevado a través de esa oscuridad que cubre todo el mundo, que encadena todo, y encierra todo en la muerte. El mismo poder eterno de Dios que me hizo pasar por estas cosas, fue el mismo que después estremeció las naciones, sacerdotes, profesantes, y personas. Entonces pude decir que había estado en Babilonia, Sodoma, Egipto y la tumba espiritual; pero por el poder eterno de Dios yo había salido de eso, fui llevado por arriba de eso, y por el poder de eso hacia el poder de Cristo. Y vi que la cosecha estaba lista, y la semilla de Dios yaciendo en el suelo, como trigo esparcido en tierra para plantar, y que no había nadie que lo recogiera; y derramé lágrimas por la ausencia de recogedores. Las noticias acerca de mí fueron esparcidas de que yo era un joven que tenía un espíritu de discernimiento; y en ese tiempo muchos vinieron a mí de todas partes, profesantes, sacerdotes y personas. El poder de Dios apareció en mí, y yo tuve grandes revelaciones y profecías, y les hablé acerca de Dios, lo cual ellos escucharon con atención y en silencio, y se fueron y esparcieron la fama de mis enseñanzas. Entonces vino el tentador y se puso en contra mía, culpándome que había pecado en contra del espíritu santo; pero yo no podía decir en qué. Entonces la condición de Pablo se presentó delante de mí, cómo después que él había sido llevado al tercer cielo, y de haber visto cosas que no se pueden decir, y cómo un mensajero de Satanás fue enviado para abofetearlo. Así, por el poder de Cristo, superé también esta tentación. En el año 1648, cuando estaba sentado en la casa de un Amigo en Nottinghamshire (porque para este tiempo el poder de Dios había abierto los corazones de algunos para recibir la palabra de vida y reconciliación), vi que había una gran grieta a través de la tierra, y una gran cantidad de humo saliendo de la grieta a medida que avanzaba, y que después de la grieta vendría un gran terremoto. Esto era la tierra en el corazón de las personas, la cual debía ser agitada y sacudida antes que la semilla de Dios pueda salir de la tierra. Y así sucedió; porque el poder del Señor comenzó a sacudirlos, y comenzamos a tener maravillosas reuniones, y había entre la gente una gran obra y el poder de Dios, para el asombro tanto de la gente como de los sacerdotes. Hubo una reunión de sacerdotes y profesantes en la casa de un juez, y yo fui con ellos. Allí se discutió como Pablo dijo que no había conocido el pecado sino fuera por la ley, que decía 'no codiciarás', y ellos declararon que Pablo estaba hablando de la ley externa. Pero yo les dije que Pablo dijo esto después de su conversión; porque él tenía la ley externa antes, y fue criado en ella, cuando él estaba cometiendo el pecado de la persecución; pero él servía esta ley de Dios que estaba en su mente,* contra la cual batallaba la ley en sus miembros; porque lo que él pensaba que era la vida para él resultó ser la muerte. De manera que los sacerdotes y profesantes más sobrios cedieron, y consintieron que no era la ley externa, sino la ley interna, que le enseñó a Pablo la lujuria interior, del cual él habló después de convertirse; porque la ley externa se apoderó de la acción externa, pero la ley interna de la lujuria interior.
Después de esto me fui a Mansfield, donde había una gran reunión de profesantes y personas; y el Señor me movió a orar; y el poder de Dios era tan grande, que toda la casa parecía estremecerse. Cuando había terminado, algunos de los profesantes dijeron 'Esto fue como en los tiempos de los apóstoles, cuando la casa donde ellos estaban se estremeció'. Después que yo había orado, unos de los profesantes oró; lo cual trajo una falta de vida y un velo sobre ellos. Otros profesantes se sintieron acongojados por causa de él, y le dijeron que estaba bajo tentación. Entonces él vino a mí y deseó que yo orara otra vez; pero yo no podía orar a causa de la voluntad de un hombre.
Poco después hubo otra gran reunión de profesantes, y llegó allí un capitán llamado Amor Stoddard. Ellos estaban discutiendo acerca de la sangre de Cristo. Y cuando estaban discutiendo esto, y pude ver la sangre de Cristo a través de una revelación del espíritu invisible; y exclamé entre ellos diciendo '¿No pueden ver la sangre de Cristo? Véanla en sus corazones, para rociar y limpiar sus corazones y sus conciencias de las obras muertas, para servir al Dios viviente'. Porque yo la vi, la sangre del nuevo pacto, como entró en el corazón. Esto sobresaltó a los profesantes, quienes tenían la sangre sólo en el exterior, y no en su interior. Pero el capitán Stoddard fue conmovido, y dijo 'Dejen que hablen los jóvenes, escuchen a los jóvenes'; y él vio que ellos trataron de hundirme con sus muchas palabras. También había un grupo de sacerdotes que eran vistos como piadosos; uno de ellos se llamaba Kellet, y mucha gente piadosa vino a oírlos. El Señor me movió a seguirlos, y les dije que consideraran las enseñanzas del Señor en su interior. El sacerdote Kellet en ese entonces estaba en contra de las casas para los párrocos, pero después a él le dieron una muy buena y se convirtió en un perseguidor. Después de haber servido en estos lugares me fui a mi propio hogar en Leicestershire otra vez, pasando por Derbyshire, y mucha gente piadosa fue convencida. Pasando por allí, me encontré con un gran grupo de profesantes en Warwickshire, quienes estaban orando y vociferando las escrituras en el campo. Ellos me dieron la Biblia, y yo la abrí en el quinto capítulo de Mateo, donde Cristo expone la ley; y les hablé del estado interno y el estado externo; después de lo cual entraron en un intenso argumento y entonces se fueron, pero el poder del Señor ganó terreno. Entonces escuché de una gran reunión de debate que se iba llevar a cabo en Leicester, donde iban a participar presbiterianos, independientes, bautistas y hombres comunes de oración. La reunión se iba a realizar en una iglesia; y el Señor me inspiró a ir y estar entre ellos. Escuché sus discusiones y razonamientos, estando algunos de ellos sentados en las bancas y el sacerdote en el púlpito, y habían muchas personas reunidas allí. Por lo menos una mujer hizo una pregunta acerca de lo que dice Pedro, acerca de qué era el nacimiento, a saber ser 'renacido no de simiente corruptible, sino incorruptible por medio de la palabra de Dios que vive y perdura para siempre'. El sacerdote le dijo a la mujer 'Yo no permito que la mujer hable en la iglesia', a pesar que antes le había dado libertad a cualquiera para hablar. Entonces fui llevado como en un éxtasis en el poder del Señor; y me puse de pie y le pregunté al sacerdote '¿Tú le llamas a este lugar una iglesia? o ¿Le llamas a esta multitud mixta una iglesia?' Porque la mujer había hecho una pregunta, y él debía haberle contestado, ya que había dado libertad a cualquiera para hablar. Pero en vez de contestarme me preguntó qué era una iglesia. Yo le dije que la iglesia era el pilar y fundamento de la verdad, formada de piedras vivientes, miembros vivientes, una casa espiritual, de la cual Cristo era la cabeza; pero él no era la cabeza de una multitud mixta, o de una casa vieja hecha de cal, piedras y madera. Esto hizo que todos se encendieran. El sacerdote se bajó de su púlpito, y los otros se levantaron de sus bancas, y se acabó la discusión. Pero me fui a una posada grande y allí estuve debatiendo el asunto de la "iglesia" con sacerdotes y profesantes de todas clases, y todos estaban enfurecidos. Sin embargo yo defendí a la verdadera iglesia, y su verdadera cabeza, sobre la cabeza de todos ellos, hasta que se dieron por vencidos y se fueron. Un hombre me pareció muy afectuoso y por un momento me pareció que se unió conmigo; pero pronto se volvió en contra mía y se unió al sacerdote, defendiendo el bautismo de los niños, aunque él mismo había sido un bautista antes; y así me dejó solo. Sin embargo, muchos fueron convencidos ese día; y la mujer que hizo la pregunta fue convencida junto con su familia; y el poder del Señor y su gloria brilló sobre todos. Después de esto regresé a Nottinghamshire otra vez, y fui al valle de Beavor. En mi viaje prediqué el arrepentimiento a la gente, y muchos fueron convencidos en muchas de las ciudades del valle de Beavor, y me quedé allí por algunas semanas. Una mañana, mientras estaba sentado cerca del fuego, una gran nube me cubrió, y la tentación me acosó; y me quedé quieto. Y se me dijo 'Todas las cosas vienen por la naturaleza'. Y los elementos y las estrellas se pusieron sobre mí, de manera que yo estaba como envuelto en ellos. Pero mientras estaba en esta posición en silencio, las personas de la casa no notaron nada. Y mientras estaba sentado en esta quietud y no la perturbé, una esperanza viva y una voz verdadera surgió en mí, que dijo 'Hay un Dios viviente quien hizo todas las cosas'. La nube y la tentación se desvanecieron inmediatamente, y la vida se elevó sobre todo; mi corazón estaba contento, y alabé al Dios viviente. Después de un tiempo me reuní con algunas personas que tenían la creencia que no hay Dios, sino que todas las cosas vienen de la naturaleza. Y tuve una gran disputa con ellos, y los derroté, y convencí a algunos de ellos que confesaran que existe un Dios viviente. Entonces vi que fue bueno que haya pasado por esta experiencia. Tuvimos grandes reuniones en esos lugares; porque el poder de Dios penetró esa sección del país. Al volver a Nottinghamshire, encontré un grupo de bautistas divididos entre sí y a otras personas. El poder de Dios obró en gran manera, y unió a muchos de ellos. Después me fui a Mansfield y sus alrededores; y el poder de Dios se manifestó maravillosamente tanto en Mansfield como en las ciudades de alrededor. En Derbyshire el poder de Dios obró de manera maravillosa. En Eton, una ciudad cerca de Derby, hubo una reunión de Amigos, donde se manifestó el poder de Dios de tal manera que fueron sacudidos grandemente, y muchas bocas se abrieron en el poder del Señor nuestro Dios. Y muchos fueron movidos por el Señor a ir a las iglesias, a los sacerdotes, y a la gente, a declararles la verdad eterna. En cierto día cuando estaba en Mansfield se hizo una reunión de jueces para discutir la contratación de sirvientes; y me vino la impresión del Señor para ir y hablarle a los jueces y decirles que no debían oprimir a los sirvientes en sus salarios. De manera que me fui caminando hacia la posada donde estaban teniendo la reunión, pero me encontré con un grupo de violinistas, y no entré, sino que decidí venir en la mañana, cuando tuviera una oportunidad más seria de hablar con ellos, pensando que no sería apropiado en ese momento. Pero cuando fui otra vez en la mañana me encontré que ellos se habían ido, y fui cegado de tal manera que ya no podía ver. Le pregunté al posadero dónde iban a estar los jueces ese día. Él me dijo que ellos iban a tener una reunión en una ciudad que se encontraba a ocho millas de allí. Y la vista me comenzó a volver; y yo comencé a correr en esa dirección lo más rápido que pude. Cuando llegué a la casa donde estaban ellos y sus muchos sirvientes, yo exhorté a los jueces para que no oprimieran a sus sirvientes en sus salarios, sino que hicieran lo correcto y lo justo con ellos; y exhorté a los sirvientes a que cumplieran sus obligaciones, y sirvieran honestamente, etc. Todos recibieron mi exhortación amablemente, ya que el Señor me había movido a hablarles. Además el Señor me movió para ir a varias iglesias y cortes en Mansfield y otros lugares, a advertirles que dejen de oprimir y de jurar, y a dejar el engaño para volverse al Señor, y a hacer justicia. En la ciudad de Mansfield particularmente, después que había estado en la corte de ese lugar, fui movido a ir y hablar con uno de los hombres más impíos del país, quien era un borracho, famoso por explotar prostitutas y por hacer rimas; y en el temor de Dios todopoderoso le reprendí por su conducta impía. Cuando terminé de hablar con él y me fui, él me siguió y me dijo que había sido atormentado de tal manera cuando yo hablé con él que apenas le quedaron fuerzas. Y así ese hombre se convirtió, se volvió de su perversidad, y se mantuvo un hombre honesto y sobrio, para el asombro de la gente que lo había conocido antes. De esta manera la obra del Señor avanzó, y muchos se volvieron de las tinieblas a la luz, en el transcurso de los años 1646, 1647 y 1648. En varios lugares se formaron reuniones de Amigos, donde se escuchaban las enseñanzas de Dios, por medio de su luz, espíritu y poder; ya que el poder de Dios irrumpía diariamente de manera cada vez más maravillosa. Entonces me elevé en espíritu, por medio de la espada encendida,* al paraíso de Dios. Todas las cosas eran nuevas, y toda la creación tenía otra fragancia para mí, más allá de lo que las palabras puedan expresar. Yo no conocía nada más que la pureza, la inocencia, la justicia, y el ser renovado a la imagen de Dios en Cristo Jesús; de manera que alcancé el estado de Adán, el estado en que se encontraba antes de la caída. La creación fue abierta a mí, y se me mostró cómo se le dio nombre a todas las cosas de acuerdo con su naturaleza y su virtud. Llegué a un punto en mi mente, en el cual debatía si debía practicar medicina para el bien de la humanidad, viendo que la naturaleza y la virtud de las criaturas me habían sido reveladas de tal manera por el Señor. Pero fui llevado inmediatamente en el espíritu, para ver otro estado más inquebrantable que el estado de inocencia de Adán, a saber, el estado de Cristo Jesús, que nunca caería.** Y el Señor me mostró que los que eran fieles a él, en el poder y la luz de Cristo, podían alcanzar el estado en que se encontraba Adán antes de caer; en el cual las obras admirables y las virtudes de la creación pueden ser conocidas, por las revelaciones de esa palabra divina de sabiduría y por el poder por el cual fueron hechas. El Señor me guió a grandes cosas y profundidades maravillosas me fueron reveladas, más allá de lo que las palabras pueden expresar; pero a medida que la gente comience a someterse al espíritu de Dios, y a crecer en la imagen y el poder del Todopoderoso, ellos pueden recibir la palabra de sabiduría que abre todas las cosas, y llegar a conocer la unidad oculta en el Ser Eterno.
De esta manera viajé realizando el servicio del Señor, a medida que él me guiaba. Cuando llegué a Nottingham, el poder de Dios estaba allí entre los Amigos. De allí me fui a Clauson, en Leicestershire, en el valle de Beavor, y el poder de Dios apareció allí también, en varias ciudades y pueblos donde se reunían los Amigos. Mientras estuve allí el Señor me reveló tres cosas, relacionadas con las tres grandes profesiones del mundo: medicina, religión (así llamada) y leyes. Él me mostró que los médicos estaban fuera de la sabiduría del Señor, por la cual fue hecha la creación; y ellos no sabían los beneficios de las cosas creadas, porque estaban fuera de la palabra de la sabiduría, por la cual ellos fueron hechos. Y él me mostró que los sacerdotes estaban fuera de la verdadera fe, el autor de la cual es Cristo; la fe que purifica, que da victoria, y que lleva a la gente a tener acceso a Dios, por la cual agradan a Dios; el misterio de la cual es sostenido en la conciencia pura. Él también me enseñó que los abogados estaban fuera de la rectitud, fuera de la verdadera justicia, y fuera de la ley de Dios, la cual estaba por encima de la primera transgresión, y sobre todo pecado, y respondió al espíritu de Dios que estaba acongojado y transgredido en el hombre. Y que estos tres, los médicos, los sacerdotes y los abogados, gobiernan el mundo fuera de la sabiduría, fuera de la fe y fuera de la rectitud y la ley de Dios; uno pretende curar el cuerpo, el otro pretende curar el alma, y el tercero pretende proteger la propiedad de las personas. Pero yo vi que todos estaban fuera de la sabiduría, fuera de la fe y fuera de la rectitud y la ley perfecta de Dios. Y a medida que el Señor me abrió estas revelaciones, sentí su poder sobre todo, por el cual todos pueden ser reformados, si ellos sólo lo reciben y se inclinan a él. Los sacerdotes pueden ser reformados y traídos a la verdadera fe, la cual es dádiva de Dios. Los abogados pueden ser reformados y traídos a la ley de Dios, la cual responde a Dios, que es transgredida en cada uno, y que lleva a amar al prójimo como a uno mismo. Esto deja al hombre ver que si él daña a su prójimo, también se daña a sí mismo; y ésta le enseña a hacer con otros como él quisiera que los otros hicieran con él. El médico puede ser reformado, y traído a la sabiduría de Dios por la cual fueron creadas y hechas todas las cosas; de manera que ellos puedan recibir el conocimiento correcto de las cosas creadas, y entender los beneficios de ellas, el cual fue puesto en ellos por la palabra de sabiduría, por la cual fueron ellos hechos y son sostenidos. Muchas cosas me fueron mostradas acerca de esto; como todos estaban fuera de la sabiduría de Dios, y fuera de la justicia y la santidad en la cual el hombre fue creado al principio. Pero cuando todos creen en la verdad, y caminan en la luz con la cual Cristo ha iluminado a todos los hombres, para que puedan ser hechos hijos de la luz y del día de Cristo. En su día todas las cosas pueden ser vistas, tanto visibles como invisibles, por la luz divina de Cristo, el hombre celestial espiritual, por el cual todas las cosas fueron hechas y creadas. Vi que en cuanto a los sacerdotes y los ministros, aunque ellos estaban en el engaño y actuaban por el poder de las tinieblas, bajo las cuales estaban tanto ellos como sus seguidores; pero aún así ellos no eran los engañadores más grandes de los que hablan las escrituras, porque no habían llegado tan lejos espiritualmente como muchos de los que mencionan las escrituras habían llegado. Pero el Señor me reveló quienes eran los más grandes engañadores, y cuánto ellos podían progresar espiritualmente; aún aquellos que habían llegado tan lejos como Caín, a oír la voz de Dios; aquellos que salieron de Egipto, a través del Mar Rojo, a alabar a Dios a la orilla del mar; ellos pueden hablar por experiencia propia de los milagros y las maravillas de Dios; aquellos que habían progresado al nivel de Coré y Datán y su grupo; aquellos que llegaron tan lejos como Balaam, quien podía hablar la palabra del Señor, quien escuchó su voz y la conocía, y conocía su espíritu, y podía ver la estrella de Jacob, y la piedad de la tienda de Israel; el segundo nacimiento, contra el cual no puede prevalecer ningún encantamiento. Estos que pueden hablar de tal manera de sus experiencias con Dios, y aún así se alejaron del espíritu de Dios y su palabra, y se fueron en la dirección opuesta; éstos eran y serían los grandes engañadores, mucho más que los sacerdotes. De igual manera entre los cristianos, los cuales predican en el nombre de Cristo, obran milagros, echan fuera demonios, y llegan tan lejos como Caín, o como Coré o Balaam en los tiempos del evangelio; estos eran y son los grandes engañadores. Aquellos que pudieron hablar de experiencias con Cristo y con Dios, pero no vivieron en la vida de Dios, éstos eran los que guiaban al mundo a que los siguiera, quienes tenían la forma de piedad, pero negaban su poder; quienes internamente devoraban del espíritu, y llevaban a la gente a tener la forma de piedad, pero perseguían a los que estaban en el poder, como lo hizo Caín; y corrieron avariciosamente detrás de los errores de Balaam, por medio de la codicia, amando el salario de la injusticia, como lo hizo Balaam. Estos seguidores de Caín, Coré y Balaam han llevado al mundo a ser como un mar desde los días de los apóstoles. Vi cómo personas como éstas podían engañar hoy en día, como lo hicieron en edades anteriores; "pero es imposible que engañen a los escogidos, los elegidos de Cristo, quien existe desde el principio del mundo", y antes que existiera el engañador; aunque otros sean engañados en sus revelaciones y profecías, no teniendo sus mentes en el Señor Jesucristo, quien le da revelaciones a los suyos. Vi el estado de aquellos, tanto los sacerdotes como la gente que leía las escrituras y hablaban mucho en contra de Caín, Esaú, Judas y muchos otros hombres impíos de tiempos antiguos mencionados en las santas escrituras; pero no ven la naturaleza de Caín, de Esaú, de Judas y de los otros, en ellos mismos. Ellos decían, eran "ellos, ellos, ellos" los que eran gente mala; siempre aplicando esto a otros y no a sí mismos; pero cuando, por la luz y el espíritu de la verdad, ellos llegaron a verlo en ellos mismos, entonces decían "yo, yo, yo", soy yo quien he sido como Ismael, Esaú, etc. Porque vieron la naturaleza salvaje de Ismael en ellos mismos; la naturaleza de Caín, Esaú, Coré, Balaam y del hijo de perdición en ellos mismos, sobre todo lo que se llama Dios en ellos. De manera que yo vi que era el hombre caído que había entrado en las escrituras y estaba condenando a otros junto con los ya mencionados. Y ellos se enfocaron en los judíos que habían caído, llamándolos encinas robustas, cedros altos, toros gordos de Basán, becerras salvajes, víboras, serpientes, etc. Y culpándoles que eran ellos los que habían cerrado sus ojos, tapados sus oídos, endurecido sus corazones, y que tenían oídos pesados; que eran ellos quienes odiaban la luz, se rebelaban contra ella, apagaban el espíritu, lo irritaban y lo acongojaban, caminaban con desprecio en contra del espíritu de gracia, y convertían la gracia de Dios en indecencia; que eran ellos quienes resistían al espíritu santo, tenían la forma de la piedad pero se volvían en contra de su poder; y que ellos internamente eran los lobos rapaces vestidos de ovejas; y que ellos eran los pozos sin agua, nubes sin lluvia, árboles sin fruto, etc. Pero cuando ellos, que estaban tan preocupados con encontrar las fallas de otros, y creían que ellos estaban libres de estas cosas, se miraban a sí mismos y con la luz de Cristo se examinaban a sí mismos completamente, ellos podían ver suficientes de estas condiciones en sí mismos. Entonces ya no dirían que eran "él o ellos" los que eran impíos, sino "yo y nosotros" los que nos encontramos en estas condiciones. También vi como la gente leía las escrituras sin un sentido correcto de ellos mismos y sin aplicarlas apropiadamente a sus propias vidas. Porque cuando leían que la muerte reinó desde Adán a Moisés; que la ley y los profetas fueron hasta Juan; y que el más pequeño en el reino es más grande que Juan; ellos leían estas cosas como si no se aplicaran a ellos mismos, sino las aplicaban a otros (y las cosas de otros eran ciertas), pero no se volvieron hacia su interior para encontrar la verdad de estas cosas en sí mismos. A medida que estas cosas me fueron reveladas, vi que la muerte reinaba en ellos desde Adán hasta Moisés; desde la entrada de la transgresión, hasta que llegaron al Ministerio de la Condenación, el cual restringe a las personas del pecado que lleva a la muerte. Cuando se ha pasado por el ministerio de Moisés, se llega a leer y entender el ministerio de los profetas, el cual se extiende hasta Juan por medio de figuras, tipos y sombras, siendo Juan el más grande de los profetas nacido de mujer; su ministerio prepara el camino para el Señor al derrumbar las montañas exaltadas, y enderezando el camino. A medida que se pasa por este ministerio, se llega a conocer la entrada al reino eterno. Vi claramente que ninguno podía leer Moisés correctamente sin el espíritu de Moisés, por el cual él vio que cómo el hombre estaba en la imagen de Dios en el paraíso, cómo cayó, cómo la muerte vino sobre él, y cómo todos los hombres han estado bajo esta muerte. Vi cómo Moisés recibió la ley pura que está sobre todas los transgresores; y cómo los animales limpios, los cuales eran figuras y tipos, eran ofrecidos cuando la gente venía a la ley justa que estaba sobre la primera transgresión. Moisés y los profetas veían a través de los tipos y figuras, y más allá de ellos, y veían a Cristo, el gran profeta que había de venir a cumplirlos. Vi que nadie podía leer las palabras de Juan correctamente y con un entendimiento verdadero de ellas, sino por medio y en el mismo espíritu divino por el cual Juan las habló; y por medio de su luz ardiente y brillante que es enviada por Dios. Porque por medio del espíritu sus naturalezas torcidas se pueden enderezar, sus naturalezas ásperas pueden ser hechas suaves, y el hombre avaro y violento en ellos puede ser echado fuera; y aquellos que habían sido hipócritas pueden llegar a tener frutos dignos de arrepentimiento, sus montaña de pecado y mundanalidad puede ser aplastada, y sus valles pueden ser llenados para que pueda haber un camino parejo para el Señor en ellos; y entonces el más pequeño en el reino es más grande que Juan. Pero primero todos tienen que conocer la voz que clama en el desierto en sus corazones, que por medio de la transgresión se ha convertido en un desierto. Así vi que era una cosa fácil decir que la muerte reinó desde Adán hasta Moisés; y que la ley y los profetas llegaron hasta Juan; y que el más pequeño en el reino es más grande que Juan; pero nadie puede saber cómo la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, etc. sino por el mismo espíritu santo en el cual estaban Moisés, los profetas y Juan. Ellos no pueden conocer el significado espiritual de las palabras de Moisés, los profetas y Juan, ni ver sus caminos y viajes, ni mucho menos pueden ver más allá hasta el fin de ellos hacia el reino, a menos que tengan el espíritu y la luz de Jesús; ni pueden conocer las palabras de Cristo ni de sus apóstoles sin su espíritu. Pero cuando el hombre pasa por medio del espíritu y poder de Dios a Cristo (quien cumple los tipos, figuras, sombras, promesas y que hablan de él), y es guiado por el espíritu santo a la verdad y la sustancia de las escrituras, sentándose en él quien es el autor y el fin de ellas, entonces son leídas y entendidas con provecho y gran deleite. Además el Señor me dejó ver, cuando fui elevado a su imagen en justicia y santidad y fui llevado al estado del paraíso de Dios, cómo Adán fue hecho un alma viviente; y también a la estatura de Cristo, el misterio que había estado oculto desde las edades y las generaciones; las cuales cosas son difíciles de pronunciar, y muchos no las pueden resistir. Porque de todas las así llamadas sectas de la cristiandad con las cuales discutí, no encontré a nadie que pudiera resistir que le dijeran que cualquiera puede crecer espiritualmente a la perfección de Adán (es decir, a la imagen de Dios, y justicia y santidad en la cual estaba Adán antes de la caída), para ser limpio, puro, y sin pecado como él estaba. Por lo tanto, ¿cómo podrían resistir que se les diga que alguien debe crecer espiritualmente a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, cuando se sienten amenazados de oír que alguien debe, mientras está en la tierra, llegar al mismo poder y espíritu en el que estaban los apóstoles y los profetas? Aunque es una verdad absoluta que nadie puede entender los escritos de los apóstoles correctamente sin el mismo espíritu por el cual fueron escritos. El Señor Dios me reveló por su poder invisible como 'cada hombre era iluminado por la luz divina de Cristo'. La vi brillar en todos, y vi que los que creyeron en ella salieron de la condenación a la luz de la vida, y fueron hechos hijos de ella; pero los que la odiaron y no creyeron en ella, fueron condenados por ella, aunque hacían profesión de Cristo. Esto lo vi en las revelaciones puras de la luz sin la ayuda de ningún hombre; ni tampoco sabía en ese tiempo dónde encontrarlo en las escrituras; aunque después, escudriñando las escrituras, lo encontré. Porque vi en esa luz y ese espíritu que existían antes que las escrituras fueran dadas y que guió a los hombres santos de Dios a escribirlas, que todos deben venir a ese espíritu si quieren conocer a Dios o a Cristo, o las escrituras correctamente, por el cual fueron enseñados y guiados aquellos que nos las dieron. Pero observé una falta de brillo y modorra pesada sobre la gente, y esto me extrañaba; porque a veces, cuando me acostaba a dormir, mi mente repasaba todo desde el principio, en aquello que es desde la eternidad hasta la eternidad. Vi que la muerte debía pasar sobre este estado adormecido y pesado, y le dije a la gente que ellos debían testificar la muerte a esa naturaleza pesada y adormecida, y ser una cruz para ella por medio del poder de Dios, para que sus mentes y sus corazones estén en las cosas de arriba. Una vez que iba caminando por el campo, el Señor me dijo 'tu nombre está escrito en el libro de la vida del cordero, el cual era antes de la fundación del mundo', y cuando el Señor lo dijo yo creí y vi en ello un nuevo nacimiento. Después de un tiempo el Señor me mandó a ir afuera al mundo, el cual era como un desierto lleno de espinas. Cuando fui al mundo por medio del gran poder del Señor con la palabra de vida, el mundo se hinchó e hizo un sonido como las grandes olas rugientes de la mar. Los sacerdotes y los profesantes, los magistrados y la gente, todos eran como un mar cuando llegué a proclamar el día del Señor*entre ellos, y a predicarles el arrepentimiento.
Yo fui enviado a llevar a la gente de la oscuridad a la luz, para que puedan recibir a Cristo Jesús; porque a todos los que le recibieron en su luz, vi que les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (no de serlo automáticamente, Juan 1:12); lo cual obtuve al recibir a Cristo. Yo debía dirigir a la gente al espíritu, quien nos dio las escrituras, por el cual ellos podían ser guiados a toda la verdad, y así a Cristo y a Dios, como habían sido guiados los autores de las escrituras quienes las hablaron y las escribieron. Yo debía llevarlos a la gracia de Dios, y a la verdad en el corazón, la cual viene por medio de Jesús; para que por su gracia ellos puedan ser enseñados, la cual los lleva a la salvación, para que sus corazones puedan ser establecidos por ella, sus palabras puedan ser sazonadas, y todos puedan llegar a saber que su salvación está cerca. Porque vi que Cristo había muerto por todos los hombres, había sido dado como ofrenda de sacrificio por todos, y había iluminado a todos los hombres y mujeres con su luz divina y salvadora; y que nadie puede ser un verdadero creyente, sino aquellos que creen en la luz. Vi que la gracia de Dios, la cual trae salvación, había aparecido a todos los hombres, y que la manifestación del espíritu de Dios fue dada a todos los hombres, para que sea de provecho. No vi estas cosas con la ayuda de ningún hombre, ni por la letra, aunque están escritas en la letra; pero yo las vi en luz del Señor Jesucristo, y por su espíritu y poder inmediato, como lo hicieron los hombres santos de Dios por los cuales fueron escritas las escrituras. Pero no por eso tenía yo una estima escasa de las escrituras, sino que ellas eran muy preciosas para mí; porque yo estaba en el espíritu por el cual ellas fueron dadas; y lo que el Señor me abrió en revelación, después me di cuenta que estaba de acuerdo con las escrituras. Yo podría hablar mucho de estas cosas, y muchos volúmenes podrían ser escritos, pero todo sería poco para manifestar el amor infinito, la sabiduría, y el poder de Dios, para prepararme, hacerme apto y darme los medios para el servicio para el cual él me destinó; dejándome ver las profundidades de Satanás por una parte, y revelándome, por otra parte, los misterios de su reino eterno. Cuando el Señor Dios y su hijo Jesucristo me enviaron al mundo a predicar su evangelio eterno y su reino, yo estaba feliz de ser enviado a hacer volver a la gente a esa luz interna, ese espíritu y gracia, por la cual todos pueden conocer la salvación y su camino a Dios; y también a ese espíritu divino que los guía a toda la verdad, el cual yo sabía infaliblemente que nunca engañaría a nadie. Pero con este poder, y por medio de este poder y espíritu de Dios, y la luz de Jesús, yo debía sacar a la gente de sus propios caminos, y llevarlos a Cristo, el nuevo camino viviente; sacarlos de sus iglesias, las cuales los hombres habían edificado y en las cuales se reúnen, hacia la iglesia en Dios, la asamblea general escrita en el cielo, de la cual Cristo es la cabeza; para alejarse de las enseñanzas del mundo inventadas por los hombres, para aprender de Cristo, quien es el camino, la verdad y la vida, de quien el Padre dijo 'Este es mi hijo amado, a él oíd'; y para que se alejen de las alabanzas del mundo para conocer el espíritu de la verdad en su interior, para así ser guiados, de manera que en él puedan adorar al Padre de los espíritus, quien busca a quienes le adoran; los que no le adoran en el espíritu no saben lo que están adorando. Yo debía de sacar a la gente de las religiones del mundo, las cuales son en vano, para que conozcan la religión pura, visiten a los huérfanos, las viudas, y los forasteros, y se mantengan limpios de las manchas del mundo. Y así no habrían tantos mendigos, quienes de solamente verlos se me acongojaba el corazón, ya que son la prueba de la dureza de corazón entre quienes profesan el nombre de Cristo. Yo debía sacarlos de la comunión con el mundo, sus oraciones y sus cánticos, los cuales se sostenían en formas sin poder, para que su comunión sea en el espíritu santo, el eterno espíritu de Dios; para que ellos oren en el espíritu santo, canten en el espíritu y con la gracia que viene de Jesús; entonando en su corazón melodías al Señor, quien ha enviado a su hijo amado para que sea su salvador, y que mandó a su sol divino para que brille sobre todo el mundo, y por medio de ellos; y su lluvia celestial para que cayera sobre justos e injustos (como cae la lluvia externa, y como brilla el sol externo), la cual es el inefable amor de Dios hacia el mundo. Yo debía sacar a la gente de sus ceremonias judías, de sus fábulas paganas, de las invenciones de los hombres y las doctrinas inestables, con las cuales descarrían a la gente de un lado a otro, de secta en secta; de todos sus fundamentos pobres, con sus colegios y universidades para hacer ministros de Cristo, quienes son realmente ministros de su propia confección, pero no de Cristo; y de todas sus imágenes, cruces, y aspersión de recién nacidos, con todos sus (así llamados) días santos, y todas sus vanas tradiciones, las cuales tienen desde los días de los apóstoles, y contra las cuales estaba el poder de Dios. En el temor y la autoridad de estas cosas fui inspirado a declararme en contra de ellas, y en contra de los que predicaban pero no libremente, como quienes no habían recibido libremente de Cristo. Además, cuando el Señor me envió al mundo, me mandó a que no me 'quitara el sombrero' ante nadie, ni humilde ni poderoso; y se me requirió que tratara a todos los hombres y las mujeres de tú, fueran ricos o pobres, grandes o pequeños. Y a medida que viajaba por todas partes, no debía de saludar a la gente de 'buenos días' o 'buenas tardes', ni tampoco debía inclinarme hacia nadie. Esto hizo enfurecer a las sectas y los profesantes. Pero el poder del Señor me llevó sobre todo a su gloria, y muchos se volvieron a Dios en un corto tiempo; porque el día celestial del Señor surgió de lo alto e irrumpió rápidamente; por la luz del cual muchos llegaron a ver donde estaban espiritualmente.
Pero ¡ah! La ira que estaba en los sacerdotes, magistrados, profesantes, y gente de todas las persuasiones; pero especialmente en los sacerdotes y profesantes, porque aunque decirle "tú" a una persona singular estaba de acuerdo con sus libros de gramática, reglas de gramática, y de acuerdo a la Biblia, ellos no podían soportar oírlo; y porque yo no me podía quitar el sombrero delante de ellos, eso los hizo enfurecerse. Pero el Señor me mostró que era un honor mundanal, el cual él iba a poner en el polvo; un honor que la carne orgullosa buscaba, pero no buscaba el honor que viene solamente de Dios. Me mostró que era el honor inventado por el hombre en la caída y en la separación de Dios, y que ellos se ofendían si no se les daba; y así ellos esperaban que se les considerara como santos, miembros de iglesia, y grandes cristianos; pero Cristo dijo '¿Cómo puedes creer aquellos que reciben honores unos de otros, y no buscan el honor que viene solamente de Dios?' 'Y yo (dijo Cristo) no recibo gloria de parte de los hombres'. Así me fue mostrado que los hombres tienen un honor que ellos dan y reciben, pero Cristo no quiere nada de esto. Éste es el honor que Cristo no desea recibir, y que debe ser puesto en el polvo. ¡Ah, el desprecio, el enojo y la furia que se desencadenó! ¡Ah, los golpes, las agresiones, las palizas, y las prisiones por las que tuvimos que pasar por no quitarnos el sombrero ante los hombres! Porque pronto esto probó la paciencia y la sobriedad de todos los hombres, por poca que fuera. A algunos se les quitó el sombrero violentamente de manera que lo perdieron. Las malas palabras y dichos impíos que recibimos por esta causa son difíciles de expresar, aparte del peligro en que estábamos de perder nuestras vidas en este asunto, por ser a veces amenazados o heridos por los grandes profesantes de la cristiandad, quienes por esos hechos pusieron al descubierto que no eran creyentes verdaderos. Y aunque era una cosa pequeña a los ojos del hombre, sin embargo trajo una gran confusión entre los profesantes y los sacerdotes; pero, alabado sea el Señor, muchos llegaron a ver la vanidad de esa costumbre de quitarse el sombrero delante de los hombres, y sintieron el peso del verdadero testimonio en su contra. Durante este tiempo tuve la penosa tarea de ir a las cortes a clamar por justicia; de hablar y escribirle a los jueces para que actuaran justamente; de advertir a los que tenían lugares públicos de entretenimiento, que no deberían dejar a la gente beber más de lo que es para su bien; y de testificar en contra de los festivales, fiestas, celebraciones, juegos, obras de teatro y espectáculos, que llevaban a la gente a la vanidad y el libertinaje, y los alejaba del temor de Dios; y los días apartados para la santidad eran generalmente cuando más se deshonraba a Dios con estas cosas. En las ferias también, y en los mercados, fui enviado a declarar en contra de sus mercancías engañosas, sus trampas y sus fraudes; advirtiéndoles a todos que hicieran sus negocios justamente, que hablen con la verdad, que sus sí sean sí, y sus no sean no, y que hicieran con otros como ellos quisieran que los otros hagan con ellos; advirtiéndoles acerca del gran día terrible del Señor, el que vendría sobre todos ellos. También fui movido para hablar en contra de todo tipo de música, y contra los charlatanes que hacían trucos en sus escenarios; porque ellos hacían de la vida pura una carga y suscitaban la vanidad en la mente de las personas*. Yo también tenía una gran tarea con los maestros y maestras de las escuelas, para advertirles que les enseñen a los niños sobriedad en el temor del Señor, para que no sean criados ni entrenados en ligereza, vanidad, y falta de restricción. Fui llevado a advertir a los padres y madres de familia, a que cuiden que sus hijos y siervos sean criados en el temor del Señor, y que ellos debían ser ejemplos y modelos de sobriedad y virtud para ellos. Porque vi que así como los judíos debían enseñar a sus hijos la ley de Dios, en el pacto antiguo, y debían instruirlos en la ley, al igual que a sus siervos, (sí, aún los forasteros entre ellos debían guardar el día de reposo o Sábado, y ser circuncidados, antes de poder comer de sus sacrificios); de manera que todos los que hacen una profesión de cristiandad deben de instruir a sus hijos y a sus siervos en el nuevo pacto de la luz, Cristo Jesús, quien es la salvación de Dios hasta los confines de la tierra, para que todos conozcan su salvación. Y deben instruirlos en la ley de la vida, la ley del espíritu, la ley del amor y de la fe para que ellos puedan ser libres de la ley del pecado y de la muerte. Y todos los cristianos deben ser circuncidados por el espíritu, que aleja al cuerpo de los pecados de la carne, para que puedan comer del sacrificio celestial, Cristo Jesús, el verdadero alimento espiritual, del que nadie tiene derecho a alimentarse sino aquellos que están circuncidados por el espíritu. De la misma manera se me dio la tarea de hablar a los astrólogos, quienes alejaban a las personas de Cristo, la estrella resplandeciente de la mañana, y del sol de justicia, quien hizo el sol, las estrellas, y todas las cosas, quien es la sabiduría de Dios, de quien recibimos el conocimiento correcto de todas las cosas.
Pero el espíritu negro y terrenal de los sacerdotes afligía mi vida; y cuando oía el tañido de la campana para llamar a la gente a ir a la iglesia, se me destrozaba el alma; porque era igual que una campana de mercado para reunir a la gente, a fin de que el sacerdote pueda poner sus mercancías a la venta. ¡Ah, las vastas sumas de dinero que se obtienen de la venta de las escrituras, y por la predicación, desde el obispo más alto hasta el sacerdote más bajo! ¿Qué otro negocio puede compararse a este? A pesar de que las escrituras fueron dadas gratuitamente, Cristo le mandó a sus ministros a que predicaran gratuitamente, y los profetas y apóstoles denunciaron a todos los asalariados ambiciosos y los que adivinan por dinero. Pero en este espíritu generoso del Señor Jesús yo fui enviado a declarar la palabra de vida y la reconciliación gratuitamente, para que todos puedan venir a Cristo, quien da gratuitamente, y nos renueva a la imagen de Dios, en el cual estaban el hombre y la mujer antes de la caída, para que puedan sentarse en los lugares celestiales en Cristo Jesús. < arriba> <próximo capítulo>>>> Note y mida su posición en Cristo comparada con los eventos enumerados a continuación y testificados anteriormente en detalle:
Así termina la conversión de Jorge Fox, y así comienza el ministerio más increíble que se haya registrado. < arriba> <próximo capítulo>>>>> Nota histórica sacada de Valiente por la Verdad:
Nota del editor del sitio: Por lo tanto él demandaba que se le dirigiera como 'vos' y se violentaba si no se le hablaba así. Es triste considerar que hoy solamente los expertos astutos se ríen de la palabra Reverendo, en vez toda la población. En cuanto a mí, yo nunca me dirigiré a un falso profeta, o ni siquiera a un verdadero profeta como Reverendo; y un juez no es digno de ser llamado Su Señoría, mucho menos el ridículo Su Adoración; él simplemente debe ser llamado Juez. No debemos buscar la aprobación de los hombres, sólo la de Dios; y hablarle a los hombres con títulos aduladores es buscar su aprobación, como también para mostrar respeto (parcialidad) hacia las personas, lo cual es un pecado. Tengan cuidado con los hombre que quieren tomar los asientos principales en las asambleas o que les encanta que los saluden en el mercado con títulos como Reverendo [que significa digno de adoración], hermano, anciano, obispo, hermana, profeta, profetiza, pastor, doctor, o peor aún padre, maestro, etc.
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